Fue el peor año de los últimos 120 para la economía de América Latina y el Caribe. Fue malísimo y podía haber sido peor.
Cuando la pandemia irrumpió en la región, a fines del primer trimestre, las medidas de restricciones a la movilidad de las personas, el freno de gran parte de la producción y los diferentes niveles de confinamiento, según los países, el derrumbe estimado del Producto Interno Bruto era de 10,0%.
El último cálculo ofrecido por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indica que la contracción será de 7,7%.
Una u otra cifra, más o un poco menos terrible, revela que esas economías fueron las más golpeadas por la pandemia. Todos los continentes están registrando caídas importantes de la actividad y de indicadores sociolaborales. Pero ninguno supera a las de América Latina y el Caribe.
Las perspectivas de recuperación en 2021, con el supuesto de vacunas efectivas y masiva inoculación en la población, son también más débiles.
La CEPAL estima una tasa de crecimiento de 3,7%, debido principalmente a un rebote estadístico que, sin embargo, no alcanzará los niveles de actividad prepandemia.
Si bien el crecimiento de 3,7% proyectado será mayor que las tasas a las que la región ha venido creciendo en los últimos años (0,3% en promedio en el sexenio 2014-2019), esto será en gran parte resultado del efecto arrastre o rebote estadístico y no será suficiente para borrar lo perdido en 2020.
«La recuperación del PIB precrisis será lenta y se alcanzaría recién hacia el año 2024», señala en el informe de la CEPAL.
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