Este viernes 8 de enero, el presidente electo de Estados Unidos Joe Biden, anunció la designación de su equipo que conformará el nuevo Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Entre los designados, se ha informado que Juan González será el nuevo Director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca.
González tendrá la responsabilidad de asesor al presidente estadounidense sobre lo que ocurre en el hemisferio occidental, por lo tanto, deberá lidiar con la crisis política de Venezuela.
Pero ¿cuál ha sido la posición de Juan González sobre la crisis en Venezuela?: Aquí compartimos parte de su entrevista con BBC MUNDO en el pasado mes agosto de 2020, donde afirmó que la administración de Biden apoyará las fuerzas democráticas para conseguir una elección limpia y justa para empoderar a los venezolanos.
«Pero una elección no va a resolver los problemas del país, es un esfuerzo generacional de invertir en instituciones democráticas, apoyar la recuperación económica del país y eso va a tomar décadas y décadas de apoyo para que vuelva a ser un país mucho más pluralista de lo que era cuando llegó Hugo Chávez al poder», expresó.
Aquí la entrevista:
¿Quién ha ganado y perdido en tres años y medio de política del gobierno de Trump hacia Venezuela?
El gran perdedor ha sido el pueblo venezolano y el cubano. La política hacia toda la región, pero específicamente hacia Venezuela y Cuba, de la administración Trump se tiene que ver desde la perspectiva del sur de Florida y todo está enfocado para la reelección del presidente sin consideración en avances por la democracia en ambos países.
Habla muy duro sobre Venezuela, anuncia sanciones con mucha prensa pero hay una falta de estrategia coherente respecto a esos dos países. Las sanciones unilaterales no funcionan, eso ha sido comprobado, y esta administración demuestra que ha vacilado, cambiado, está totalmente desorganizada en cuanto a la política de estos dos países.
Han pasado tres años y medio y Nicolás Maduro está ahí. Y no sólo eso. Esa política le ha fallado a los venezolanos en Estados Unidos. Hay más de 8.000 cubanos y más de 2.000 venezolanos que están en México esperando recibir consideración de asilo.
La política hacia estos dos países se contradice con la política migratoria, que castiga a estos individuos, ataca al sistema de asilo, donde los venezolanos son el número de peticiones más grande.
¿Quién es el ganador?
La política extrema de parte de quienes quieren mantener un status quo que no ha funcionado para promover la democracia en Cuba en los últimos 50 años.
La situación demográfica de Florida va en una dirección que no favorece a los republicanos y están viendo que la diáspora cubana tiende más a los demócratas, por lo que es una estrategia de los republicanos que necesitan expandir su base de apoyo electoral tratando de cubanizar la política hacia Venezuela.
¿Maduro está más fuerte ahora?
Definitivamente sí.
Ha usado que Estados Unidos está completamente distraído por la epidemia del coronavirus. El tiempo es algo que favorece a los dictadores en todo el mundo y él ha usado este tiempo y la falta de atención continua y de estrategia coherente por parte de esta administración para ir tras Guaidó, la oposición, el nombramiento del CNE (Consejo Nacional Electoral), quitar la legitimidad de la Asamblea Nacional antes de las elecciones de fin de año.
Eso le ha favorecido mucho a Maduro. No ha perdido fuerza en su gobierno.
Con otra administración, con objetivos basados en los intereses de Estados Unidos y por la democracia en estos países, con una política mucho más coherente y sostenida, no sólo basada en sanciones, estaríamos en otro lugar hoy día.
¿Cuál es el principal error en la estrategia, según su opinión?
Hay tres: el primero, el error de que las sanciones son una estrategia. Dos: Venezuela no está en las conversaciones que este gobierno está teniendo con China o Rusia. Estoy convencido de que cuando Trump habla con Xi Jinping (presidente de China) Venezuela nunca es parte de esta conversación.
Y tres, la contradicción de esta administración en temas de democracia porque abraza a individuos corruptos en la región y se alinea con líderes antidemocráticos como Vladimir Putin, Kim Jong-un, Xi Jinping…
¿Tiene este gobierno un interés real en Venezuela?
La política hacia Venezuela y Cuba está definida por fines electorales en el sur de la Florida.
Solo se enfoca en Venezuela cuando se lo pide Mauricio Claver-Carone (del Consejo de Seguridad Nacional, muy duro hacia Cuba y Venezuela) en la Casa Blanca o el sur de la Florida.
El presidente no tiene ningún interés. Cuando un presidente da importancia a un tema se mantiene involucrado, es una prioridad en su diplomacia internacional. Aquí no hay nada que demuestre que le importe otra cosa que no sea su reelección.
¿Son tan importantes Venezuela y Cuba como para decidir al ganador en Florida en noviembre?
A la base de apoyo en el Partido Republicano los motiva a salir a votar. A la diáspora venezolana o cubana le interesa saber que al presidente le importan estos temas, pero para ellos es más importante que el presidente tenga un plan para el país.
En 2008 y 2012 votaron por Barack Obama porque tenía una visión de los Estados Unidos. Y Biden está por delante ahora (en las encuestas).
En 2015 Obama firmó un decreto que declaraba a Venezuela amenaza para la seguridad nacional y establecía las primeras sanciones. ¿No fue ése el inicio de la escalada entre ambos países?
En la Casa Blanca nuestra perspectiva era que Maduro le iba a echar la culpa a los Estados Unidos hasta cuando se le desamarraran los zapatos para distraer de la situación del país.
Cuando salió la orden ejecutiva en 2015 fue el vicepresidente Biden el que incluyó herramientas para que el Departamento de Justicia fuera tras individuos corruptos y culpables de violaciones de derechos humanos. El cálculo era ir por individuos.
El problema con las sanciones hoy es que son una herramienta con falta de una estrategia más amplia. Para que las sanciones funcionen tienen que ser parte de un sistema más amplio y global para tener impacto.
Esa orden ejecutiva contra Venezuela coincidió con el deshielo de las relaciones con Cuba. ¿No hubo una contradicción?
No creo que hubiera contradicción. Lo que pensaban Obama y Biden es que tener relaciones diplomáticas con un país como Cuba no era un regalo para el régimen cubano, sino un acto subversivo para apoyar a los cubanos como protagonistas de su propio futuro. La normalización estaba basada en intereses unilaterales de Estados Unidos en varios sectores, como combatir el narcotráfico.
En las conversaciones con Cuba se hablaba de promover una salida a la crisis en Venezuela. Mientras que para nosotros la estabilidad requería una salida democrática, para Cuba era mantener a Maduro en el poder y no sólo ha sido malo para Venezuela, sino para Cuba y el Caribe, por lo que su cálculo estuvo equivocado.
¿Qué papel debe jugar Cuba en la solución a la crisis de Venezuela?
Cuba tiene una gran responsabilidad. No es la única. China y Rusia también juegan un papel bastante importante. Por eso tenemos que hablar con Cuba. Cortar las vías de comunicación y cerrarle la puerta limita la posibilidad de promover un futuro democrático para el pueblo venezolano.
En cualquier futura conversación del gobierno de Estados Unidos con Cuba, Venezuela será una parte central.
¿Entonces las políticas de Estados Unidos hacia Venezuela y Cuba deben ir juntas?
Los más de 50 países que apoyan a Guaidó buscan un futuro democrático en el que los venezolanos y no los Estados Unidos decidan su futuro. No Cuba ni Rusia ni China. Si Cuba alinea sus intereses con los de la comunidad internacional, ese es un espacio donde los Estados Unidos pueden cooperar.
¿Qué cambiaría un gobierno de Biden, si coincide con Trump en el rechazo a Maduro y el apoyo a Guaidó?
La destreza diplomática de Juan Guaidó es que ha sido el campeón del bipartidismo de la política de Estados Unidos hacia Venezuela.
La diplomacia de Biden hacia Venezuela estará basada en los intereses de Estados Unidos y el futuro democrático de Venezuela.
Eso quiere decir en detalle que cuando llegue a la Casa Blanca dará TPS (estatus migratorio de protección especial) a los venezolanos; apoyará una estrategia más amplia hacia la situación humanitaria con sus vecinos, que es un tema regional. Colombia, por ejemplo, está sufriendo por el flujo migratorio de los venezolanos.
Y número tres, él ha dicho que se asegurará que quienes apoyen al régimen o roben no encuentren descanso. Los van a buscar y van a recuperar cada peso robado del pueblo venezolano.
Por último, la diplomacia de Biden será en coordinación con la comunidad internacional y más amplia para presionar al régimen y apoyar la reconstrucción del país.
En 2015 Maduro se vio con Biden y poco después acusó directamente al entonces vicepresidente de estar detrás de los planes para derrocarlo…
Yo estuve allí cuando se encontraron (en Brasil). Maduro quiso buscar un diálogo de alto nivel con la Casa Blanca.
Biden le respondió: ‘Si quiere un diálogo, suelte a los presos políticos, participe en un diálogo real y deberá tomar decisiones difíciles para prever un colapso económico del país. Hasta entonces no tiene que hablar con nosotros, sino con su propio pueblo’.
Después, Biden se reunió con Lilian Tintori (esposa del líder opositor venezolano Leopoldo López) y fortaleció las sanciones, Maduro lo acusó de tratar de organizar un golpe de Estado que obviamente no estábamos tratando de hacer.
Con lo que está pasando Estados Unidos, ¿sería Venezuela un tema importante de la política exterior de un eventual presidente Biden?
La primera función del presidente Biden será combatir el coronavirus en Estados Unidos y restaurar la economía del país.
Mientras que la administración Trump tiene una política de Guerra Fría (en América Latina) por enfocarse en tres países, Cuba, Venezuela y Nicaragua. Biden reconoce que la prosperidad y seguridad de Estados Unidos están alineadas con las de la región.
¿Retiraría Biden las sanciones a la economía de Venezuela?
Yo no sé. Mi opinión es que hay ciertas sanciones que son buenas y otras que no avanzan nuestros intereses.
Hay que impulsar sanciones inteligentes y coordinadas con otros países para darle a Maduro dos caminos: si toma medidas y demuestra que sigue un camino democrático, eso abre otras opciones; si sigue la radicalización y el ataque en contra de las instituciones que aún existen, es un camino de aumento de presión por parte de la administración Biden.
En enero de 2021 Biden podría juramentarse y encontrarse con que Guaidó ya no es presidente de la Asamblea Nacional, que se renovará en diciembre en unas elecciones en las que la oposición mayoritaria liderada por Guaidó ya ha dicho que no participará. ¿Será entonces difícil argumentar que es el presidente interino?
Es una de mis grandes preocupaciones. Cuando Trump pierda en noviembre, uno no sabe qué hará hasta enero.
No va de repente a pensar en Venezuela, en cómo formar una estrategia más coherente sobre Venezuela y ese va a ser un periodo clave para el futuro del país.
El CNE (Consejo Nacional Electoral) es leal a Maduro y no va a apoyar elecciones democráticas. Maduro puede argumentar que la oposición ha perdido la Asamblea pero en realidad lo que ha hecho es robarse una elección como en 2018 y eso lleva a más confrontación con Estados Unidos. Sería un error que Maduro cierre la puerta aún más.
¿Cómo imagina el fin de la crisis de Venezuela, que se alarga y se agrava con los años?
Con el camino de Trump hacia Venezuela estaremos teniendo la misma conversación en 50 años, igual que con Cuba.
Con Biden no llegaría el cambio de un día para el otro. Se tienen que apoyar las fuerzas democráticas para conseguir una elección limpia y justa para empoderar a los venezolanos.
Pero una elección no va a resolver los problemas del país, es un esfuerzo generacional de invertir en instituciones democráticas, apoyar la recuperación económica del país y eso va a tomar décadas y décadas de apoyo para que vuelva a ser un país mucho más pluralista de lo que era cuando llegó Hugo Chávez al poder.
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