La inauguración de Joe Biden será sobria y contenida. Además, apenas contará con más de mil invitados y no habrá público en la explanada cercana al Capitolio donde tradicionalmente llegan cientos de miles de personas. La historia de este día tan especial para los americanos está llena de anécdotas. Hemos seleccionado cinco que muestran algunos momento insólitos y cómo algunas costumbres en torno a esta jornada han cambiado con el tiempo
Por La Razón
El discurso más corto
George Washington pronunció el discurso de inauguración más corto de la historia durante su segunda investidura el 4 de marzo de 1793. En realidad, sólo fueron 135 palabras en las que habló con humildad, pronunciadas en una pequeña sala del Senado en Filadelfia, sede temporal del Gobierno. El segundo discurso inaugural más corto fue pronunciado por Franklin D. Roosevelt en su cuarta inauguración con solo 558 palabras.
¿Y el más largo?
El 4 de marzo de 1841, William Henry Harrison noveno presidente de EEUU, dio el discurso más largo que se recuerde, con dos horas de duración y un total 8.455 palabras. Apenas estuvo un mes en el poder. Murió de una pulmonía precisamente causada por el frío que hacía el día de la toma de posesión. Al parecer, el día de la toma de posesión había en la capital una enorme vendaval con nevada incluida. Incluso se le recomendó a que cancelase la ceremonia o que la celebrase en un interior debido a las inclemencias meteorológicas, pero Henry Harrison no hizo caso y pagó las consecuencia en sus propias carnes y de la manera más trágica.
El más bochornoso
En 1865, Andrew Johnson juró el cargo como vicepresidente de Abraham Lincoln. El dirigente decidió tomarse unos lingotazos de whiski para sentirse un poco mejor tras sufrir un achaque de salud los días previos a la inauguración. Al parecer se le fue la mano hasta el punto de que cuando salió a pronunciar su discurso quedó claro para la audiencia que las palabras de Johnson no tenían coherencia. Estaba ebrio. El escándalo que se montó fue monumental y hasta el presidente Lincoln salió en su ayuda unos días después: “Conozco a Andrew Johnson desde hace muchos años. Tuvo un resbalón el otro día, pero no se asusten; no es un borracho”.
La fiesta más descontrolada
Andrew Jackson fue el séptimo presidente de Estados Unidos y el primer candidato demócrata en ocupar la Casa Blanca. Su toma de posesión ha pasado a la historia por la caótica y disparatada fiesta ofrecida tras la jura del cargo en la residencia oficial. Miles de personas de todo el país asistieron a la inauguración. Jackson, un héroe nacional que derrotó al ejército británico en la Batalla de Orleans de 1812, era el primer mandatario ajeno a las élites políticas de Washington y muchos estadounidenses se sintieron identificados con él. el nuevo mandatario, exultante, invitó a los asistentes a la Casa Blanca para seguir la fiesta y cientos de ellos le tomaron la palabra. Muchos llegaron borrachos y destrozaron mobiliario y porcelana. El presidente escapó del tumulto y se refugió en un hotel. Es recordada como la fiesta más alocada de la Casa Blanca.
Una transición de cuatro meses
Las investiduras de los presidentes de EEUU no siempre se han celebrado en enero. Hasta el primer tercio del siglo XX, el traspaso de poderes se llevaba a cabo en marzo. ¿Los motivos? En pleno siglo XIX las comunicaciones eran mucho más lentas y por tanto se requería más tiempo para que todos los votos pudieran contarse. Con los nuevos sistemas de transporte y las nuevas tecnologías de la comunicación las cosas cambiaron y en 1933 se movió la fecha de inauguración al 20 de enero con una enmienda en la Constitución.
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