Satanizar el diálogo y la negociación en Venezuela es un grave error, señaló Ricardo Cusanno, presidente de la Fedecámaras, el principal conglomerado de empresarios del país. La reunión que tuvo el miércoles de manera inesperada con Jorge Rodríguez generó reacciones en los sectores sociales y políticos venezolanos.
Por Luis De Jesús – EL NACIONAL
Con una realidad comparable con la de una nación en guerra y una hiperinflación que en 2020 alcanzó 3.713%, según datos de la Asamblea Nacional, la preocupación en Venezuela parece centrarse, más bien, en una especie de sálvese el que pueda: el reclamo por los bajos salarios, el acceso a la alimentación, a la salud y a los servicios públicos de calidad.
Hay una resignación perceptible. Un porcentaje importante de venezolanos duda que se logre finalmente la anhelada transición política en el país. Y tampoco pareciera que sentándose, una vez más, con el principal responsable de la crisis sea como se alcance una solución.
Pero Cusanno aseguró, en una conversación con El Nacional el viernes 29 de enero, que la invitación a la Fedecámaras para reunirse con Rodríguez, que preside el parlamento chavista, puede convertirse en un primer paso para nuevamente generar confianza y retomar el diálogo político.
Se nos ha pedido una reunión en nuestra sede y recibiremos a la Comisión de Especial de Diálogo, presidida por el Sr. Jorge Rodríguez. Estaremos informando.
— FEDECAMARAS (@fedecamaras) January 27, 2021
—Surgieron fuertes críticas desde diversos sectores de la oposición por la reunión que Fedecámaras tuvo con Jorge Rodríguez.
—Seguir satanizando el diálogo, la negociación, el encuentro, más allá de los actores, es un grave error. Satanizar a Fedecámaras por lo que hizo, por recibir en su sede a estas personas que representan la política y que ejercen funciones de gobierno, por lo menos de hecho, sería como satanizar a los enfermeros por procurar sus contratos colectivos, a los estudiantes por procurar que el ministro de ese mismo sistema les firme sus títulos; y sería satanizar a los políticos que se han sentado negociar sus libertades, tanto dentro como fuera del país. Es importantísimo que se resalte que esto no busca favorecer a un sistema político o a otro, sino favorecer la paz, la negociación, el diálogo, que nos reinserte en el camino de las plenas libertades políticas, económicas y sociales que establece la Constitución. No es para favorecer a un sistema político.
—Pero ha habido suficientes intentos fallidos que han llevado a los ciudadanos a no confiar en estos procesos. ¿En qué puede beneficiarlos otro más?
—El principal beneficio, más allá de las diatribas institucionales, es que la organización más representativa de la empresa privada venezolana se está sentando con quien ostenta el poder. Eso, si se pueden construir soluciones en el marco de la salud, de la reactivación de los procesos económicos y que además sirva para desmontar la desconfianza para que los actores políticos se reúnan y construyan soluciones en lo institucional y en la restitución de garantías políticas, ya de entrada es una buena señal.
—¿Y después?
—Hay temas muy específicos, como las vacunas, los protocolos de bioseguridad, la canalización de la ayuda humanitaria que tanta falta le hace a gran parte de la sociedad venezolana; de carácter económico están los temas de la legislación para hacer un marco regulatorio que convierta o derogue leyes de carácter extremadamente punitivo y no de incentivo; que además se apoye la simplificación de los procesos administrativos para que Venezuela no siga sumergiéndose en la informalidad y que haya formalidad de los procesos; que se favorezca el crecimiento de la empresa venezolana competitiva en prioridad a las inversiones extranjeras, que no vengan solo unas exclusivas porque tienen vínculos con el modelo político; y que podamos recuperar las inversiones extranjeras nuevas, de otros actores internacionales, también las tradicionales y con las cuales tenemos una relación desde el punto de vista de costumbres occidentales de hacer negocios.
—En la reunión con Rodríguez, ¿discutieron sobre una posible fecha o algunos indicios de cómo será la distribución de las vacunas contra el covid-19?
—Hay que entender que esa fue una reunión que tenía 20 años que no ocurría. Había 11 personas que nos visitaron y 5 o 6 de nosotros. Ahí hubo primero un encuentro, de conocernos, se habló del tema de las vacunas contra el covid-19 pero aún no es tangible porque ahora es cuando comenzaremos a hacer planteamientos. A esa reunión íbamos a discutir las posibilidades de construir acuerdos para la logística, el financiamiento, la distribución y la adquisición de las vacunas. Cuáles estarían permisándose para el uso y que, por supuesto, el tema no se politice, que no se convierta en una herramienta de control político ni que sea bien de un capitalismo salvaje, de un libertinaje, de una anarquía y tengamos bodegones de vacunas.
—¿Y es posible ese escenario?
—Esto tendría que ser transparente y teníamos que estar presentes todos los actores de credibilidad que pueden ser útiles como la figura del Estado, algunos actores de la política que lo confronta, los empresarios, la Iglesia y algunas organizaciones no gubernamentales, porque aquí hay un tema de financiamiento que hay que trabajar.
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