Este martes comienza el impeachment contra el ex presidente por “incitación a la insurrección” en la jornada de protestas que terminó con el asalto al Capitolio. Los detalles del proceso y las claves para entender a qué prestarle atención.
an excepcional fue la presidencia de Donald Trump que a casi un mes de su finalización Washington DC se paralizará durante al menos una semana —puede ser más— para decidir qué hacer con él. Además de ser el primer presidente de la historia sometido a dos juicios políticos, se convertirá en el primero en ser juzgado tras haber dejado el cargo.
A partir de este martes, el Senado estadounidense se dedicará exclusivamente al proceso abierto el 13 de enero por la Cámara de Representantes. Tras acordar las reglas que guiarán el juicio, los 100 senadores escucharán los argumentos de la acusación —presentada por congresistas demócratas— y de los abogados de Trump.
Por último, tras un plazo de deliberación, se convertirán en un jurado y votarán si el ex mandatario es culpable o inocente de “incitación a la insurrección”. Los fiscales políticos del caso consideran que lo es, por haber alentando a la turba de seguidores que asaltó el Congreso el 6 de enero.
Si bien en la superficie se discuten sucesos pasados, en el fondo, lo que está en juego es el futuro político de Trump. Si es condenado, la mayoría demócrata puede prohibirle volver a ejercer cargos públicos, bloqueando la posibilidad de que sea candidato en 2024.
Como se necesitan dos tercios de la cámara para una condena, 17 senadores republicanos tendrían que sumarse a los 50 demócratas, algo poco probable. No obstante, lo relevante es que la respuesta de los legisladores ahora opositores va a ser indicativa del poder real que conserva Trump y de sus perspectivas de mantenerse como una figura central de la política estadounidense.
Si un número importante de senadores votan en su contra, e incluso muchos de los que se abstienen o votan a favor lo hacen condenando su participación en los sucesos del 6 de enero, sería una derrota para él, incluso aunque pueda volver a postularse. Si, en cambio, muy pocos se animan a cuestionarlo y cierran filas en su defensa, como hicieron durante el primer impeachment —en el que se lo juzgó por presionar al gobierno de Ucrania a investigar al hijo de Joe Biden—, será una victoria, que confirmará que sigue vigente y al mando.
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