La Administración demócrata presenta en el Congreso su reforma migratoria, que supone el cambio más ambicioso en el sistema en más de tres décadas.
La Administración Biden y los demócratas en el Capitolio han presentado este jueves una ambiciosa legislación que, de aprobarse, significará un profundo cambio en el sistema migratorio de Estados Unidos. La pieza central del proyecto de ley, que se construye sobre las prioridades marcadas por Biden en su primer día en la Casa Blanca, es la apertura de la primera vía hacia la nacionalidad que se abre en más de tres décadas para los cerca de 11 millones de inmigrantes sin documentos que viven en el país. Supondría garantizar la ciudadanía a esas personas, en su mayoría procedentes de México y Centroamérica, después de un proceso de ocho años.
“Estamos hoy aquí porque el pasado mes de noviembre 80 millones de estadounidenses votaron contra Donald Trump y contra todo lo que representaba”, ha dicho el senador demócrata Bob Menendez, en una conferencia de prensa virtual. “Votaron por restaurar el sentido común, la compasión y la competencia de nuestro Gobierno. Parte de ese mandato es arreglar nuestro sistema migratorio, que fue un pilar del odioso espectáculo de horror de Trump”.
La legislación migratoria constituye un asunto delicado en el Capitolio desde hace décadas. La última iniciativa comparable se aprobó en 1986, cuando un proyecto de ley firmado por Ronald Reagan legalizó a tres millones de indocumentados. En 2013, La Administración Obama intentó sin éxito sacar adelante una iniciativa semejante en el Congreso.
El proyecto de Biden rompe además con la fórmula que se ha utilizado en los últimos intentos de los demócratas para tratar de aprobar una reforma migratoria: para atraer apoyo de los republicanos, se combinaban las vías de acceso a la ciudadanía a los indocumentados con el reforzamiento de la seguridad en la frontera. La propuesta de Biden elude ese modelo y, en lugar de compromisos de reforzar la frontera como contrapartida, el proyecto de ley incluye medidas para abordar las “causas profundas” de la migración. Así, contempla inversiones de más de 4.000 millones de dólares en cuatro años en El Salvador, Guatemala y Honduras, confiando en que contribuyan a mitigar la pobreza y la violencia que empujan a muchas personas a emigrar. También prevé la creación en la región de centros de solicitudes de asilo para acceder a EE UU legalmente, evitando el peligroso viaje clandestino hasta la frontera.
Los demócratas cuentan con frágiles mayorías en ambas cámaras. Pero en el Senado, donde cada partido tiene tras las elecciones de noviembre 50 escaños y la vicepresidenta Harris, el voto de desempate, necesitarían 10 votos republicanos para evitar un bloqueo por la técnica del filibusterismo. Se trata de un objetivo difícil, sobre todo en un tema como la inmigración, que se ha convertido en uno de los más polarizadores del país.
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