Un estudio conjunto realizado por especialistas de la Universidad de Lancaster (Reino Unido) y del Instituto de Investigación Sanitaria Fiocruz de Brasil comprobó que las lluvias extremas en la Amazonia brasileña derivadas del cambio climático generan efectos adversos en los bebés, ya que tienen la tendencia a nacer de manera prematura y, por lo tanto, con menor peso.
A esa conclusión llegaron tras analizar 291.479 nacimientos durante 11 años en 43 municipios que dependen del río en el estado brasileño de Amazonas.
Esas alteraciones en la gestación y el crecimiento fetal, que provocan que al nacer los bebés tengan un peso promedio casi 200 gramos menor, deriva en una «cadena de desventajas» a lo largo del tiempo. «Nuestro estudio reveló que los extremos climáticos añaden otra capa de desventajas a los bebés que ya enfrentan un mal comienzo en la vida», afirmó Luke Parry, del Centro de Medio Ambiente de la Universidad de Lancaster y autor del estudio.
Además, las lluvias pueden provocar que se pierdan cosechas, reduciendo el acceso a alimentos nutritivos. A esto se suma que el desborde de los ríos expone a las poblaciones a enfermedades transmitidas por el agua y generan un ambiente favorable para la reproducción de mosquitos responsables de la malaria y el dengue. En este contexto, el estrés y la ansiedad son factores que favorecen los nacimientos prematuros y dificultan el normal desarrollo de la niñez.
Otros factores negativos
Las lluvias extremas no son las únicas que generan estas condiciones desfavorables, ya que las precipitaciones intensas, pero no extremas, también provocaron un 40 % de probabilidad de nacimientos de bebés con bajo peso. Por su parte, las estaciones más secas provocaron que los niños nacieran en promedio con un peso 39 gramos menor.
Frente a estos datos, Parry aseguró que se necesita una «inversión mucho mayor» para aliviar las condiciones de pobreza y mejorar la atención médica para «ayudar a las población de zonas fluviales de la Amazonia a adaptarse a los cambios de los patrones de lluvias que incrementan las inundaciones y sequías cada vez más frecuentes y severas».
Por su parte, Jesem Orellana, de Fiocruz, sostuvo que las lluvias extremas generan una «desventaja intergeneracional para las poblaciones que dependen de los ríos en zonas desatendidas de la Amazonia». «Estas poblaciones marginadas sufren injusticias porque, a pesar de contribuir poco al cambio climático, son responsables de salvaguardar la mayoría de los bosques restantes y altamente susceptibles a los choques climáticos», concluyó.
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