La justicia francesa anunciará el 12 de mayo si se celebra finalmente el juicio sobre el accidente aéreo del vuelo Río-París de 2009, informó el jueves una fuente oficial a la AFP.
AFP
La corte de apelaciones de París examinó este jueves durante cinco horas los alegatos de las familias de las víctimas y de la fiscalía, que rechazan el sobreseimiento acordado en 2019 a Airbus y a Air France, las dos empresas implicadas en el accidente.
La fiscalía general pidió que se anule este sobreseimiento y se pronunció a favor de un juicio contra las dos empresas por «homicidio involuntario».
El 1 de junio de 2009, un Airbus A330 que cubría la ruta Río de Janeiro-París se estrelló en el Océano Atlántico. Todos los pasajeros y miembros de la tripulación –228 personas de 34 nacionalidades diferentes — murieron en el accidente, el peor en la historia de la aerolínea francesa.
En agosto de 2019, después de una década de investigaciones y querellas de expertos sobre las causas del siniestro, jueces de instrucción franceses pronunciaron un sobreseimiento.
Airbus, fabricante del avión, y la aerolínea Air France habían sido imputados ocho años antes por «homicidio involuntario».
«Comenzábamos a perder la esperanza y ahora entrevemos la posibilidad de un juicio», dijo a la AFP unos días antes de la audiencia de este jueves Danièle Lamy, presidenta de la asociación Entraide et Solidarité AF447 (Ayuda y Solidaridad AF447).
En su auto de sobreseimiento del 29 de agosto de 2019, los magistrados de instrucción consideraron que el accidente se había debido «claramente a una combinación de elementos que nunca se habían producido y que, por tanto, ponían de manifiesto peligros que no se habían percibido antes».
El ministerio público, en cambio, considera que la compañía «cometió negligencia e imprudencia» al no facilitar a sus pilotos información suficiente sobre el procedimiento a adoptar en caso de anomalías relacionadas con las sondas medidoras de velocidad tras varios incidentes del mismo tipo en los meses anteriores.
En cuanto a Airbus, el ministerio público considera que el constructor europeo subestimó «la peligrosidad de los incidentes anemométricos tras la congelación de las sondas».
Según los informes de peritos, la congelación en vuelo de las sondas de velocidad Pitot provocaron una perturbación en las mediciones de velocidad del Airbus A330 y desorientó a los pilotos hasta que perdieron el control del avión.
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