Tres manifestantes prodemocracia murieron el lunes en Birmania, donde bancos, comercios y fábricas cerraron tras el llamado de los sindicatos a reforzar la huelga para asfixiar a la economía y presionar a la junta militar.
Empleados públicos, agricultores y trabajadores del sector privado participaban junto a activistas en concentraciones prodemocracia en todo el país.
En Myitkyina (centro), se oyeron varias detonaciones y manifestantes cubiertos de sangre fueron trasladados lejos de la zona de disparos, según imágenes difundidas en las redes sociales.
“Dos hombres murieron”, y varias personas resultaron heridas, entre ellas una mujer grave por un disparo en el brazo, según un socorrista que requirió el anonimato.
Una religiosa católica, vestida con un hábito blanco, se arrodilló en plena calle y le suplicó a los policías que no disparara, según imágenes difundidas por un medio local.
En Pyapon, a unos 100 kilómetros al sur de Rangún, la capital económica, un hombre de 30 años fue alcanzado por una bala en el estómago y murió, informó un testigo. Además, otros dos manifestantes fueron heridos de bala, según él.
Asalto a la prensa
Por otro lado, las fuerzas de seguridad allanaron la sede del medio de comunicación Myanmar Now y se llevaron ordenadores, servidores de datos y una impresora, según dijo a la AFP su redactor jefe, Swe Win.
“Somos la primera sala de redacción atacada por el régimen. Trabajamos con miedo, pero la irrupción en nuestra oficina confirma que la junta no tolerará en absoluto los reportajes sobres sus delitos”, señaló.
En Rangún, las fábricas del sector textil -que funcionaban a régimen pleno antes del golpe de Estado del 1 de febrero-, los centros comerciales, los bancos y los correos cerraron este lunes.
Nueve importantes federaciones llamaron a “detener por completo y de forma prolongada la economía” a partir de este lunes para presionar a los militares.
La junta, por su parte, advirtió a los funcionarios que quienes no se reincorporen al trabajo a partir del lunes serán despedidos.
Los llamamientos a la huelga, realizados justo después del golpe, ya han tenido un impacto importante en muchos sectores, con bancos parados, hospitales cerrados y oficinas ministeriales vacías.
Minorías étnicas se sumaron a la protesta. Cerca de la ciudad de Dawei (sur), cientos de miembros de la etnia karen se manifestaron, agitando su bandera azul, blanca y roja, y pidiendo “terminar con la dictadura”.
El cortejo fue escoltado por rebeldes de la facción armada Unión Nacional Karen (KNU), que se movilizó para proteger a los manifestantes contra una posible represión de las fuerzas de seguridad.
Numerosas mujeres se sumaron a las marchas en ocasión del Día Internacional de la Mujer.
Redadas nocturnas
Las fuerzas de seguridad se desplegaron el domingo por la noche en varios barrios de Rangún y ocuparon varios hospitales públicos de la capital económica.
La oenegé Physicians for Human Rights condenó la ocupación de hospitales, y dijo estar “consternada por esta nueva ola de violencia”.
El sábado por la noche, las redadas apuntaron a directivos de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Aung San Suu Kyi. Varios fueron detenidos y un representante local del movimiento, Khin Maung Latt, fue golpeado hasta morir.
Los diputados que no reconocen la legitimidad del golpe de Estado y han creado un comité para representar al gobierno civil son culpables de “alta traición”, delito sancionable con la pena de muerte o 22 años de prisión, advirtió la junta.
Más de 50 manifestantes han muerto desde el golpe de Estado que derrocó a la Premio Nobel de la Paz de 1991.
Los medios de comunicación públicos niegan que la policía y el ejército estén implicados en la muerte de civiles y afirman que “tuvieron que contener los disturbios de acuerdo con la ley”.
Cientos de personas han sido arrestadas desde el golpe de Estado.
Ante el deterioro de la situación, los birmanos huyen.
Unos cincuenta, incluidos ocho policías que se negaron a participar en la represión, llegaron a la vecina India, en cuya frontera están hacinadas decenas de personas.
Los generales hacen oídos sordos a las protestas de la comunidad internacional, dividida sobre la respuesta que hay que dar.
El Consejo de Seguridad de la ONU no alcanzó un acuerdo el viernes sobre una declaración conjunta. Las negociaciones seguirán esta semana.
La junta cuestiona las elecciones legislativas de noviembre que ganó la LND. Promete otros comicios pero no ha fijado una fecha.
AFP
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