“¡Maricón, travesti, transfor!”, le gritaban a Danielle Alzolay desde un auto, mientras caminaba nerviosa por una calzada en Venezuela.
Por Por Nicole Kolster – VOA
Danielle es una mujer transgénero, imperdonable para muchos en este país conservador y sin leyes que protejan a la comunidad LGBTQ+.
“Me persiguieron por toda una avenida”, recordó Danielle, de 20 años, a Voz de América. En el auto iba una familia: “la mujer y los niños no decían absolutamente nada, pero el señor decía palabras de odio”.
Danielle no necesita hoy de mucho maquillaje para resaltar sus rasgos femeninos, que comenzaron a aparecer desde que hace ocho meses inició su terapia de reemplazo hormonal.
“Con ello, empecé a soñar de nuevo porque todos mis sueños se habían desvanecido en mi pubertad”, dijo esta chica de estatura alta y cabello rojizo teñido que le llega a los hombros.
Con su transición, también se topó de frente con la discriminación, los insultos, las miradas de rechazo.
“Al principio no me veía como luzco hoy y me presentaba como mujer, sufría bastante discriminación, mayormente de parte de hombres: me perseguían, me llamaban con términos peyorativos”, afirma.
Estudiante de Comunicación Social, Danielle vive en una pequeña habitación alquilada en San Diego, una población situada a dos horas en automóvil desde Caracas. Una bandera del orgullo transgénero está en su ventana.
Danielle ha chocado además con un fuerte muro institucional, comenzando por el documento de identidad. Su nombre legal es Daniel Alexander Alzolay.
“No me identifica”, asegura. Y cambiarlo es escabroso porque la ley no contempla ningún procedimiento que incluya a la comunidad LGBTQ+.
“Fui a un registro civil y pregunté cómo cambiar mi nombre por expresión de género… Básicamente la respuesta fue: no puedes y no podemos hacer nada”.
En el pasado, otras personas ya lo habían intentado, pero el Supremo Tribunal solicita “un informe médico psiquiátrico y psicológico (…) que demuestre la veracidad de la identidad sexual pretendida”, según una sentencia de 2017.
Con el Daniel Alexander en el bolsillo, “entregar tu identificación en cualquier lugar es una humillación, porque cuando ya tienes ciertos cambios por la terapia de reemplazo hormonal, no hay coherencia”, añade.
“En un CDI – Centro de Desarrollo Integral, una red ambulatoria de salud del gobierno- no me quisieron inyectar” las hormonas.
Siga leyendo en VOA
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.