Los informes de inteligencia en los Estados Unidos tienen poco para ofrecer como consuelo a un planeta que está cansado de más de un año de pandemia. Según ellos, en los próximos veinte años el mundo continuará acercándose a un lugar bastante sombrío.
El jueves, el Consejo Nacional de Inteligencia, un centro de la oficina de la Dirección de Inteligencia Nacional encargado de elaborar pronósticos y estimaciones estratégicas, publicó su informe cuatrienal titulado “Tendencias globales”.
De acuerdo con un artículo del Washington Post que recoge el informe, en nuestro horizonte temporal asistiremos a un mundo inquieto por la pandemia de coronavirus, los estragos del cambio climático, marcado por la migración masiva, y una brecha cada vez mayor entre lo que las personas exigen de sus líderes y lo que éstos realmente pueden ofrecer.
La comunidad de inteligencia ha advertido durante mucho tiempo a los legisladores y al público en general que la pandemia podría remodelar profundamente la política global y la seguridad nacional de Estados Unidos.
Los autores del informe, que no representa la política oficial de Estados Unidos, describen la pandemia como un anticipo de las crisis que se avecinan.
En efecto, la pandemia de COVID-19 ha sido un evento globalmente desestabilizador -el consejo redactor lo definió como “la disrupción global más significativa y singular desde la Segunda Guerra Mundial- que “ha recordado al mundo su fragilidad” y” sacudido viejas ideas “sobre qué tan bien los gobiernos y las instituciones podrían responder ante una catástrofe.
Además, los autores afirman que la pandemia aceleró y exacerbó las fisuras sociales y económicas que ya estaban presentes antes de su llegada, en febrero del año 2020. Y que la misma reforzó los riesgos de “más desafíos globales en cascada, que van desde enfermedades hasta el cambio climático y las interrupciones de las nuevas tecnologías y las crisis financieras”, escriben los autores.
El informe advierte sobre un “inminente desequilibrio entre los desafíos existentes y futuros y la capacidad de las instituciones y los sistemas para responder”.
Dentro de las sociedades, la fragmentación está en aumento -política, cultural y económicamente- y “grandes segmentos de la población mundial se están volviendo desconfiados con las instituciones y los gobiernos que consideran que o no quieren o no pueden abordar sus necesidades”, dice el informe.
En consecuencia, los efectos de la pandemia persistirán y podrían moldear las expectativas de las generaciones futuras de sus gobiernos, particularmente cuando un mundo en el que el calentamiento conduce a nuevos conflictos humanos, incluida un escenario terrible de escasez mundial de alimentos y violencia masiva.
El informe considera que la escena internacional está determinada en gran medida por la rivalidad entre China y los Estados Unidos, pero afirma que ningún Estado está preparado para convertirse en la fuerza global dominante. Mientras las potencias competidoras pelearán por mejorar sus posiciones, se avanzará hacia “un entorno geopolítico más volátil y propenso a los conflictos”.
La tecnología, con todo su potencial para impulsar las economías y mejorar las comunicaciones, también puede agravar la tensión política, como ya lo ha hecho en el pasado.
Es probable que cada vez más personas “se inclinen hacia los espacios de información de personas que comparten puntos de vista similares, lo que refuerza las creencias y la comprensión propia sobre la verdad”, concluye el informe.
Aunque las predicciones son riesgosas y los autores del informe advierten que no están capacitados para ver el futuro, sí se atreven a trazar cinco escenarios en una especie de escala móvil que pueden ayudarnos a saber hacia dónde girará el mundo a medida que nos acercamos al 2040.
Los 5 escenarios futuros analizados por los especialistas en inteligencia
En el extremo más optimista, una especie de “renacimiento de las democracias” podría marcar el comienzo de una nueva era de liderazgo global de EEUU, en la que el crecimiento económico y los logros tecnológicos ofrezcan soluciones a los problemas más grandes del mundo. En ese cuadro, Rusia y China resultarán debilitadas, casi como vestigios autoritarios cuyos más brillantes científicos y empresarios habrían huido a Estados Unidos y Europa.
Del otro lado, en la versión oscura del futuro, está la “tragedia y la movilización”; un escenario en el que los Estados Unidos ya no son el actor dominante, y una catástrofe ambiental global provoca escasez de alimentos y una revolución “de abajo hacia arriba”, con los jóvenes marcados por los errores de sus líderes durante la pandemia, la necesidad de adoptar políticas para reparar la crisis climática y la desigualdad social de larga data. En este escenario, una Unión Europea dominada por partidos verdes trabaja con las Naciones Unidas para expandir la ayuda internacional y enfocarse en la sostenibilidad, y China se une con el objetivo de sofocar los disturbios internos en sus ciudades afectadas por la hambruna.
Entre esos extremos, el informe imagina otras tres posibilidades: China se convierte en un estado líder pero no globalmente dominante; Estados Unidos y China prosperan y compiten como las dos principales potencias; y la globalización no logra crear una fuente única de influencia, y el mundo se convierte más o menos en bloques en competencia, preocupados por las amenazas a su prosperidad y seguridad.
El presente tiene mucho que decir sobre el futuro, y es allí donde los autores encuentran motivos para alarmarse. “El sistema internacional, incluidas las organizaciones, alianzas, reglas y normas, está mal configurado para abordar los agravantes desafíos globales que enfrentan las poblaciones”, escriben los autores.
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