Lejos de mitigarse, la crisis generada por la falta de gasoil continúa profundizándose. Prueba de eso es lo que viven los transportistas, quienes prácticamente se mudan durante tres días o más a las colas de las pocas estaciones de servicio que expenden ese tipo de combustible en Carabobo para poder abastecer entre 60 y 100 litros.
Kevin Arteaga González | El Carabobeño
En la estación de servicio El Prado, una de las habilitadas para vender diésel, la cola de vehículos a la espera para surtir abarca varios kilómetros de la autopista Valencia – Campo de Carabobo. A lo largo de la fila se pueden ver unidades de carga pesada, autobuses de transporte público y vehículos de transporte privado que movilizan el personal de empresas de alimentos y hasta clínicas.
Antonio Varela transporta medicinas entre Carabobo y los estados de la región andina (Mérida, Táchira y Trujillo). Llegó a la cola de El Prado a las 7:00 a.m. de este viernes 9 de abril y está a dos kilómetros aproximadamente de la estación. Por la experiencia que ha tenido durante los últimos meses, sabe que le quedan por lo menos 48 horas de espera.
“Tengo tres horas aquí, pero esto no es para echar hoy sino el domingo. Y de ñapa, cuando uno llega allá a la bomba, lo que le echan es 60 o 70 litros, no le echan el tanque full”, dijo en entrevista con El Carabobeño. “Ahora, si tú pagas 20 dólares a los guardias (efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana) y a los policías allá adelante, sí te echan el tanque full”.
A diferencia de la gasolina, que desde el 1° de junio del año pasado es vendida por Pdvsa bajo dos modalidades (precio dolarizado y subsidiado), y cuya disponibilidad se fue regularizando de forma intermitente, el gasoil mantiene únicamente el esquema de subsidio, a un precio irrisorio de 0,1 bolívares por litro.
Sin embargo, el verdadero precio que deben pagar quienes deseen acceder a gasoil subsidiado son los tres días de espera en una cola. “Ni con la factura de las medicinas que transporto le quieren echar gasoil a uno”, señaló Antonio, quien antes de la crisis por falta de diésel hacía entre dos o tres viajes semanales, y hoy a duras penas logra viajar una vez.
El resultado de la mezcla entre el subsidio, la poca disponibilidad del combustible y una gran demanda, tomando en cuenta que el 100 % de las unidades de carga pesada usan gasoil, es tan fatal como inevitable: reventa de diésel con sobreprecio en mercados paralelos, tal como ocurrió con la gasolina y, mucho antes, con los alimentos.
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