Los casetes revolucionaron los hábitos de escuchar música, hasta entonces limitados a los discos de vinilo, que eran mucho menos manejables. De repente, gracias a las radios de los automóviles y al legendario reproductor de música de Sony, fue posible disfrutar de la música individualmente fuera de casa.
Además, poder regrabar varias veces en el mismo soporte permitió a los amantes de la música crear y hacer circular sus propias compilaciones. En el apogeo de su popularidad, en 1989, el casete vendió 83 millones de unidades solo en el Reino Unido.
Aunque posteriormente fue destronado, primero por el Compact Disc y luego por los archivos digitales (mp3 y mp4), el casete conserva un lugar especial en la historia de la tecnología sonora. Las compilaciones eran en realidad el antepasado de las listas de reproducción, y el walkman el precursor del iPod.
Aunque se juzga estética y físicamente inferior al disco de vinilo, inventado antes, la cinta de casete está experimentando una suerte de renacimiento. Por motivos sentimentales, pero también porque con la cancelación de conciertos permite a artistas menos conocidos obtener ingresos de su trabajo.
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