Uno de los programas bandera de la gestión de Hugo Chávez celebra su primera década en medio de la opacidad. Desde hace más de cinco años los 48 entes ejecutores de la misión no rinden cuentas y no hay contraloría sobre los más de 15 mil millones de dólares ejecutados bajo la gestión de un pequeño puñado de funcionarios.
Tal Cual | Efecto Cocuyo | Transparencia Venezuela
Cuando pensó que ya tenía un hogar, la tierra empezó a moverse. Aparecieron grietas en su apartamento y tuvo que irse. Idalia, cuyo nombre real nos reservamos para preservar su seguridad, vivió hasta 2014 en la terraza 12 del urbanismo El Morro, una de las obras de la Gran Misión Vivienda Venezuela GMVV, ubicada en el sector Paulo VI de Petare, estado Miranda. Ubicada frente a un voladero que daba hacia la carretera, la estructura fue una de las primeras del conjunto residencial que debió desocuparse pues los terrenos estaban cediendo.
Con el tiempo se supo que los edificios del urbanismo no eran seguros porque se construyeron sobre una falla geológica. Idalia logró acceder pronto a otro apartamento de la GMVV en el centro de Caracas porque, según contó, un residente del lugar infringió las normas del programa gubernamental y lo sacaron del inmueble. Ella corrió con suerte. En 2019 aún había personas viviendo en la inestabilidad de El Morro y esperando por la asignación de una nueva vivienda, de acuerdo con reportes de organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación.
El Morro se convirtió con el paso de los años en un símbolo de las irregularidades administrativas y de la ausencia de planificación de la Misión Vivienda, uno de los programas sociales más representativos de la gestión de Hugo Chávez, y heredado por Nicolás Maduro, que está cumpliendo 10 años en medio de la oscuridad y la ausencia de mecanismos que permitan medir su impacto real.
Pese a que voceros del gobierno nacional aparecen cada tanto frente a las cámaras para celebrar nuevos “hitos” de construcción de viviendas, no hay manera de hacer contraloría a la misión. Las instituciones que están detrás no han elaborado ni publicado mecanismos que permitan evaluar qué está pasando más allá de lo evidente.
El Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela, el portal de noticias Efecto Cocuyo y la organización Transparencia Venezuela hicieron memoria del recorrido de esta misión que nació con la promesa de atender a las familias damnificadas por las lluvias de diciembre de 2010, pero que devino en otro proyecto signado por la opacidad, las denuncias por su supuesto uso para el control social y casos de corrupción que traspasan las fronteras nacionales.
Bases inestables
Con “El vendaval amarillo”, un poema desgarrador de César Rengifo, y un fondo musical melancólico inició el acto de lanzamiento oficial de la Gran Misión Vivienda Venezuela el 30 de abril del año 2011. En la sala Ríos Reyna del teatro Teresa Carreño, el entonces presidente Hugo Chávez recibió con vítores a la señora Melania Rendón, de 80 años de edad, a quien prometió entregarle una de las primeras casas del programa.
Durante el acto, Chávez dijo que la nueva misión serviría para dejar atrás “el drama de la vivienda heredado del capitalismo”, comprometió a varios de sus ministros con el proyecto y apuntó que su meta era construir dos millones de hogares en los siguientes siete años. En marzo de 2018 Nicolás Maduro aseguró haber cumplido las promesas de su predecesor y se fijó para el año 2025 llegar a la vivienda número cinco millones.
Más recientemente, el 18 de marzo de 2021, Maduro realizó un acto para celebrar la construcción de 3 millones 500 mil viviendas. Posteriormente, el actual ministro de Hábitat y Vivienda, Ildemaro Villarroel, aseguró que durante este mes de abril continuarían entregando casas y apartamentos. Más allá de los anuncios, la ausencia de documentos oficiales que respalden las cifras levanta sospechas.
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