Un color amarillento e incluso un mal olor es el aspecto del agua que le llega a los vecinos de los municipios Iribarren, Morán y Jiménez que se surten de la estación Dos Cerritos. De acuerdo a datos del Colegio de Ingenieros de Lara (CIEL) esto se debe a la falta de sulfato de aluminio y gas cloro en la planta de tratamiento Ciudad Barquisimeto, lo que ocasiona que el nivel de turbidez llegue a cinco unidades de nefelométrica (UNT), una cifra que la ubica como no apta para el consumo humano y para lo cual se debería decretar una alerta naranja que implica suspensión del servicio en zonas focalizadas.
María B. Jordán | La Prensa de Lara
De acuerdo al CIEL, se establece una alerta naranja cuando los niveles de turbidez se ubican en 5 o más, como ocurre actualmente, sin embargo, la alerta hasta el momento no ha sido decretada por las autoridades gubernamentales. Según ensayos del CIEL, los niveles de turbidez del agua que se bombea de Dos Cerritos se debe a la falta de químicos para el tratamiento, los cuales Hidrolara debe comprar con anterioridad a la planta de Pequiven ubicada en Morón, Carabobo.
Lo que sucedió hace dos semanas, cuando el agua que salía por las tuberías era casi barro y obligó a la suspensión total del servicio en la región, es un claro ejemplo de una alerta roja no decretada. Es decir, el gobierno tomó las medidas de una alerta roja pero no la anunció al público. Julio Gutiérrez, vicepresidente del CIEL detalló que en ese momento los niveles de UNT superaron el número 7.
El ingeniero explicó que para purificar el agua se requiere diario de una gandola de sulfato de aluminio, que equivale a seis toneladas, mientras que al mismo tiempo se necesita de un cilindro de gas cloro; a lo cual se suma una reserva que deben tener ante cualquier emergencia. Sin embargo, Hidrolara no cuenta con químicos porque no planificaron la compra antes de la llegada de las lluvias que es cuando se registran altos niveles de turbidez en el agua.
Hace una semana el gobernador de Lara, Adolfo Pereira anunció que llegaron 30 toneladas de sulfato de aluminio, lo cual alcanzaría para unos cinco días, según Gutiérrez, quien explicó que tanto el sulfato de aluminio como el gas cloro se utilizan en las plantas de tratamiento para evitar el mal olor del agua, además de eliminar algas y funcionan como bactericida. Todo eso porque el agua viene directamente de los embalses y requiere de un proceso para que pueda ser consumida, cuyos procesos y ensayos se deben realizar las 24 horas de día.
Gutiérrez contó que desde al año 2018 aproximadamente se vienen presentando problemas de turbidez y mal olor en el agua, esto debido a la falta de recursos con la que cuenta la empresa Hidrolara porque no cobra una tarifa para mantener el costo operativo y se va a la quiebra, en el que se incluyen el proceso y los químicos para potabilizar el agua.
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