Para un coro de políticos y científicos estadounidenses, ella es la clave para saber si el virus detrás de la devastadora pandemia por COVID-19 escapó de un laboratorio chino. Para el gobierno y público chinos, ella es una heroína del éxito del país en la creciente pandemia y una víctima de maliciosas teorías conspirativas.
Por Amy Qin y Chris Buckley | The New York Times
Shi Zhengli, una reconocida viróloga china, está otra vez en el centro de narrativas contradictorias acerca de su investigación del coronavirus en un laboratorio estatal de Wuhan, la ciudad donde comenzó la pandemia.
La idea de que el virus podría haber escapado de un laboratorio ha sido ampliamente descartada como inverosímil y rechazada por otros por la conexión con el ex presidente Donald Trump. Pero un nuevo escrutinio de la administración de Joe Biden y llamados de mayor franqueza por parte de científicos prominentes volvió a poner la teoría en primer plano.
Los científicos generalmente están de acuerdo en que aun no hay evidencia directa que respalde la teoría de las fugas de laboratorio. Pero algunos de ellos dicen ahora que la hipótesis fue descartada muy precipitadamente, sin una investigación exhaustiva, y señalan una serie de preguntas inquietantes.
Algunos de ellos dicen que la Dr. Shi condujo experimentos arriesgados con coronavirus de murciélagos en laboratorios que no eran lo suficientemente seguros. Otros quieren claridad en los reportes, citando a la inteligencia estadounidense, sugiriendo que hubo infecciones tempranas de COVID-19 en varios empleados del Instituto de Virología de Wuhan.
La Dr. Shi ha negado estas acusaciones, y ahora se encuentra defendiendo la reputación de su laboratorio y, por ende, la de su país. Contactada por teléfono hace dos semanas, la Dr. Shi dijo en primer lugar que ella prefería no hablar directamente con los reporteros por políticas del instituto. Sin embargo, a penas pudo contener su frustración.
“¿Cómo diablos puedo ofrecer evidencia de algo donde no hay evidencia?”, dijo con su voz elevándose por la ira durante la conversación no programada. “No sé como el mundo llegó a esto, vertiendo inmundicia constantemente sobre una científica inocente”, escribió en un mensaje de texto.
En una entrevista poco habitual por email, denunció la sospechas como infundadas, incluyendo las acusaciones de que varios de sus compañeros podrían haber enfermado antes de que se desatara el brote.
Las especulaciones se decantan en una pregunta central: ¿el laboratorio de la Dr. Shi tenía alguna fuente del origen del nuevo coronavirus antes de que la pandemia estallara? Ella contestó con un enfático no.
Pero la negativa de china para permitir una investigación independiente en el laboratorio, o compartir datos de esa investigación, dificulta validad las afirmaciones de la Dr. Shi y solo ha alimentado las constantes sospechas sobre cómo la pandemia pudo haberse apoderado de la misma ciudad que alberga un instituto conocido por su trabajo con coronavirus de murciélagos.
Sin embargo, aquellos en favor de la hipótesis del origen natural del coronavirus han señalado el papel de Wuhan como un importante centro de trasporte, así como un estudio reciente que mostró que justo antes de que la pandemia golpeara, los mercados de la ciudad estuvieron vendiendo especies de animales capaces de albergar patógenos peligrosos que pudieron brincar a los humanos.
El gobierno chino no ha dado la impresión de tener a la doctora bajo sospecha. A pesar del escrutinio internacional, ella ha continuado su investigación y aún da conferencias en China.
Lo que está en juego en el debate es cómo los científicos estudian las enfermedades infecciosas. Algunos de ellos han citado el escenario de las fugas de laboratorio para impulsar el escrutinio sobre los experimentos de “ganancia de función”, los cuales, en términos generales, están destinados ha crear patógenos más poderosos para entender mejor su comportamiento y riesgos.
Muchos científicos dicen que quieren que la búsqueda de los orígenes del virus transcienda la política, las fronteras y los logros científicos individuales.
“Esto no tiene nada que ver con culpar por culpar”, dijo David Relman, un microbiólogo de la Universidad de Stanford y coautor de una carta recientemente publicada en revista Science, firmada por 18 científicos, que llama a la transparencia de la investigación en todos los escenarios posibles, incluida la fuga de laboratorio. La carta incita a los laboratorios y agencias sanitarias a abrir sus registros al público.
“Es más grande que cualquier científico o instituto de algún país. Cualquiera que tenga datos de este tipo debe publicarlos donde quiera que esté”, dijo el Dr. Relman.
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