La combinación de calor y humedad que se espera en los Juegos Olímpicos de Tokio (23 julio-8 agosto) es, más allá de la pandemia del covid-19, el principal temor para los deportistas, que preparan sus cuerpos para responder ante condiciones extremas.
AFP
«Pschiiiiit…». Unas bombonas sueltan vapor en una penumbra únicamente perturbada por neones verdes. En el corazón de la ‘thermo room’ del Instituto Nacional del Deporte y del Rendimiento de Francia (INSEP), en París, Hassan Chahdi, con el torso desnudo y cubierto de sudor, corre en una cinta. Con 34 grados centígrados y una tasa de humedad del 70%, para recrear unas condiciones muy hostiles para la práctica del deporte de alto nivel.
Tras una hora de footing, este corredor francés de maratón sale de la cámara oscura. Se seca el sudor y evalúa entonces el cansancio y las sensaciones, como hizo el día anterior y como hará un día después.
El atleta de 32 años sigue un protocolo de adaptación al calor, ese gran enemigo del rendimiento deportivo, que es todavía más peligroso en pruebas de resistencia como la suya.
«Con la humedad se evapora menos el sudor, así que la piel se enfría menos. La temperatura corporal aumenta, la frecuencia cardíaca también. Te deshidratas y cuando pierdes mucha agua baja la capacidad de sudar, es un círculo vicioso», explica el canadiense Julien Periard, investigador de la Universidad de Canberra (Australia) y especialista en la adaptación al calor.
«No el rendimiento habitual»
Para contrarrestar o mitigar esos efectos nefastos, deportistas de numerosas disciplinas (atletismo, triatlón, vela, rugby…) optaron por aclimatarse antes de ir a Japón a las condiciones que allí pueden encontrar. En el país asiático se esperan temperaturas entre 32 y 35 grados, y una humedad entre el 70 y el 80%.
Los especialistas recomiendan al menos una concentración -entre diez días y dos semanas- varias semanas antes de la competición, con una exposición diaria corta -entre una hora y una hora y media-, sea con un esfuerzo moderado o con la forma «pasiva», como un baño caliente por ejemplo.
«Al principio sudas mucho, sientes que el cuerpo se adapta. Los quince primeros minutos hace mucho calor, luego sudas y estás más cómodo», cuenta Hassan Chahdi. En febrero ya se sometió a este plan y pudo constatar los beneficios del programa durante una media maratón en marzo en Yibuti.
«Pero incluso estando aclimatado, no verás los rendimientos habituales. Los atletas van a verse obligados a regular su velocidad de carrera para rendir en estas condiciones», explica el francés Franck Brocherie, investigador en fisiología del ejercicio y experto en esa ‘thermo room’ del INSEP francés.
«Todo el mundo puede adaptarse»
Para los especialistas, estos protocolos son indispensables antes de competir en Tokio (o en Sapporo, en el caso de la marcha atlética y el maratón), aunque no garantizan el éxito en el país del sol naciente.
«El ser humano es un animal tropical muy bien termorregulado, todo el mundo puede adaptarse al calor. Las capacidades de termorregulación del ser humano y su resistencia son una ventaja en la evolución para cazar animales que son más fuertes y más rápidos», explica el también francés Sébastien Racinais, director de investigaciones en la clínica deportiva Aspetar en Catar.
«Si bien todo el mundo no lo hace con la misma amplitud y con la misma velocidad, todos los atletas se benefician de entrenar con calor. Se puede sin embargo ver cómo dos atletas del mismo nivel responden de manera muy diferente», señala.
«Con una exposición al calor se puede tener bajadas de rendimiento del 10%», detalla. «El objetivo de la aclimatación es compensar esa bajada del rendimiento. Según el deporte, el atleta, las condiciones precisa, se llegará a compensar todo o parte de esa bajada», afirma.
«Los otros protocolos de entrenamiento, como las concentraciones en altitud, hacen ganar un 1% de rendimiento. Así que la aclimatación es mucho más importante que todos los demás tipos de preparación terminal», afirma.
Para los deportistas que no disponen de una cámara de última generación hay alternativas más o menos rudimentarias.
Tras desplomarse en los Juegos de la Commonwealth en Gold Coast (Australia) en 2018, el maratoniano británico Callum Hawkins preparó con éxito el Mundial de Doha-2019 (4º) en el jardín de sus padres, equipado con una cinta de correr y radiadores.
Ha repetido la experiencia antes de Tokio y es uno de los candidatos a medalla.
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