En Ecuador, la empresa CannAndes empezó hace un año con el reto de generar una industria dedicada a la elaboración de productos para uso medicinal y terapéutico con base en el cannabis, una planta estigmatizada por décadas que podría convertirse en la materia prima del futuro.
Fernando Arroyo León / EFE
Esta empresa se afincó en las inmediaciones de la ciudad de Tabacundo, situada a unos 80 kilómetros al norte de Quito, en una atractiva meseta andina dominada por el majestuoso nevado Cayambe y considerada como la capital mundial de las rosas de exportación.
Klaus Graetze, presidente de CannAndes, dijo a Efe que no tiene dudas al afirmar que el CBD (Cannbidiol), un componente del cannabis que no tiene efectos psicotrópicos, ofrece una infinidad de beneficios al ser humano.
Su empresa se constituyó, formalmente, el año pasado, amparada en la ley ecuatoriana que en 2019 despenalizó la producción y uso del cannabis con fines medicinales y terapéuticos.
En el horizonte, Graezte y sus socios observaban al mercado estadounidense, donde el consumo de cannabis, incluso con fines recreativos, había crecido de manera exponencial.
En una finca de producción de rosas y entre invernaderos gigantes, Graetze dispuso de una hectárea de tierra para iniciar con su cultivo de plantas de cannabis.
Tabacundo es uno de los mejores lugares del mundo para hacerlo, según Graetze que destaca la luminosidad de la zona, donde el sol cae de manera perpendicular al mediodía, con fuentes de agua que bajan de los cerros Mojanda y Fuya Fuya, y un clima primaveral perenne.
Todo ello permite una mejor fotosíntesis y un mejor crecimiento de las flores y, si facilita que se cultiven las mejores rosas del mundo, también lo hará con otras especies vegetales como el cannabis, reflexionó.
Junto a la plantación, CannAndes tiene espacios de secado, de almacenamiento, espacios fríos y un laboratorio en el que se extrae el CBD para elaborar otros derivados alimenticios, medicinales y terapéuticos.
Champús, jabones, crema para la piel, bebidas aromáticas, caramelos, gotas sublinguales para aliviar los dolores, inhaladores contra la cefalea y otros artículos surgen en esta iniciativa empresarial.
Graezte, sin embargo, dijo estar consciente que el cannabis tiene mala fama desde hace casi noventa años, cuando se lo declaró ilegal como marihuana y por ello aseguró que su gestión tiene además el desafío de hacer comprender a la gente que el CBD es también víctima de esa estigmatización.
Por eso, es meticuloso al indicar que sus productos respetan de forma estricta la normativa vigente sobre los cannabinoides y por ello espera que en poco tiempo pueda disponer de los registros sanitarios que le permitan salir de lleno al mercado ecuatoriano.
También espera la normativa que le permita exportar sus productos a mercados extranjeros como el estadounidense y el europeo.
Felipe Norton, gerente general de la CannAndes, es el especialista agrónomo que vigila, de forma rigurosa, la calidad de los procesos. En el lugar, él muestra la verdosa plantación y explica que los cannabinoides se encuentran en los cálices, de donde se extrae la resina para la refinación.
Pero también aseguró que la planta brinda fibras que pueden ser industrializadas, así como semillas con un alto valor nutricional.
Añadió que las plantas de su empresa provienen de semillas que se adquieren en Estados Unidos, aunque en la plantación de Tabacundo también se clonan a los mejores individuos para impulsar la productividad.
Nina Tapia, experta en desarrollo de la empresa, es quien se encarga de idear los productos en los que el cannabis se puede ofrecer y ella no ve límites en las aplicaciones.
Se puede incorporar el cannabis «en todo lo que se pueda», pero es indudable que el origen de este producto tiene que ver con el «equilibrio del cuerpo», ya que permite «generar un balance» armonioso en las personas.
Por ejemplo, el uso del champú basado en el cannabis permite dar cuerpo y brillo al pelo, pero también facilita su crecimiento; mientras que las cremas corporales ayudan a la piel, la alivian, e incluso permiten que se restauren manchas.
Y si bien la planta tiene ese estigma heredado, la gente que consume los productos elaborados con cannabis está satisfecha con su rendimiento, dice.
Según ella, la gente ha reaccionado de forma «increíble, quien lo prueba dice que funciona», pero también «regula el humor» y tranquiliza.
Tapia dijo que ya investiga la forma cómo se puede disolver el cannabis en agua con fines alimenticios o medicinales, pues podría ser usada de esa forma en tratamientos contra la anorexia, la depresión y las inflamaciones; así como en enfermedades oncológicas y la epilepsia.
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