Los síntomas del llamado COVID prolongado o long COVID aún están siendo estudiados y abarca afecciones tan diversas que pueden ir desde las respiratorias, hasta embotamiento mental, pasando por taquicardia, fatiga y, en gran cantidad de casos, debilidad vinculada a una severa afectación muscular. Si bien, normalmente los síntomas se van con el correr del tiempo en forma espontánea, en el caso de la debilidad motriz demanda rehabilitación e implica atravesar por varias semanas de un menor rendimiento en las tareas cotidianas del paciente.
La neumonologa Laura Pulido, de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria y médica del Sanatorio Delta de Rosario, explicó a Infobae los posibles motivos de las afecciones musculares producto de cuadros de COVID-19, en muchos casos leves. “Una de las teorías dice que habría una reserva de virus a nivel de la mucosa intestinal, otra teoría habla de la reserva de virus a nivel del tronco encefálico, para tratar de explicar las nieblas mentales, los olvidos o sensación de pérdida de concentración, y otra teoría es la inmunológica, que es la alteración de la respuesta del paciente que tiene poca inmunidad o, todo lo contrario, una respuesta demasiado exagerada del sistema inmune, pero ninguna está probada o avalada”, aseguró. En realidad “aún no se sabe” por qué se producen esos síntomas.
Ell médico Daniel Schonfeld, también integrante de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, dijo a Infobae que “estamos viendo pacientes que quedan con menor rendimiento muscular y lo manifiestan a través de fatiga muscular, ya sea para poder retomar sus actividades en forma plena o por sentir fatiga cuando las ejecutan”, señaló.“Y eso se ve, no siempre en pacientes que han estado en terapia intensiva, sino que muchas veces son pacientes que han cursado la enfermedad no necesariamente con la severidad de la enfermedad aguda”.
Esos pacientes “después quedan con un menor rendimiento físico y, en la mayor parte de ellos, vemos que con el tiempo lo van recuperando, pero lo hacen de forma más lenta que en otras patologías”, observó.
En el caso de los pacientes que estuvieron con asistencia respiratoria mecánica, la afectación a veces no está estrictamente vinculada con el COVID-19, sino que “con la propia asistencia respiratoria, producto de estar con drogas que tienen sedación, relajación muscular para poder tolerar” el respirador. En este caso la pérdida de masa muscular es común con otras patologías.
En ese sentido, Pulido precisó que los pacientes “graves que han estado mucho tiempo, más de un mes, en terapia intensiva o han estado mucho tiempo en una cama, no han estado en movimiento” y esto causa “una hipotonía, se pierde el tono muscular”, pero es una situación común en pacientes críticos de COVID-19 y de otras enfermedades.
Pero los infectados con el virus sufren uno o varios de los síntomas del llamado “pos COVID”, “long COVID” o “COVID prolongado”. Esos síntomas posteriores a la infección por SARS-CoV-2 “no se dan en los mismos términos en todos los pacientes que cursan la enfermedad, si no que, en algunos casos tienen afectación muscular, en otros respiratoria, en otros emocional, hemos visto caída de cabello”, entre otras, ya que “se puede manifestar de diferentes modos en las diferentes personas, no es uniforme”, indicó Schonfeld.
Pulido coincidió en que se está “viendo como algo nuevo, propio del COVID-19, aquellos pacientes leves que transitaron en su casa o tuvieron una internación chiquita, de dos, tres o cuatro días”. Este tipo de “malestar muscular implica desde dolores, como sensación de pinchazos, debilidad” y reportan cansancio o agotamiento “muy rápido”, apenas comenzar a caminar. Los dolores, manifestó, “van desde los miembros superiores, a la espalda, dolores torácicos, en los miembros” y agotamiento.
Por eso, a la “patología del paciente crítico”, dijo, que es común entre quienes deben superar cualquier enfermedad dentro de una terapia intensiva con mucho tiempo de inmobilidad, “se le suma esta mialgia o alteración de tono muscular para la que no tenemos una explicación”, pero que “forma parte del pos COVID, o long COVID que son los síntomas que se producen después de cuatro semanas del inicio de los síntomas” de la enfermedad, agregó Pulido.
Estos síntomas, dijo, “por lo general duran tres meses, pero hay de todo”. Según un trabajo de The Lancet, precisó Pulido, hay “un 30% de pacientes que a los 9 meses aún queda con al menos uno de los síntomas de pos COVID”.
En el caso de las secuelas musculares y de fatiga la recomendación es la rehabilitación kinesiológica, que “es motora, más respiratoria, una para la agitación y la falta de aire y por otra para la parte muscular”, precisó. ”Es como entrenarse para algo, a veces es para una maratón, en este caso para caminar y no cansarse”.
En torno de las afecciones musculares de los pacientes con COVID-19, algunos estudios han encontrado que aquellos que previamente presentaban lesiones del músculo esquelético tenían más probabilidades de padecer enfermedades graves y/o la muerte. Además, se estima que hasta dos tercios de los sobrevivientes de COVID-19 experimentan fatiga o debilidad muscular o dolor muscular.
Un estudio realizado por investigadores de la Charité-Universitatsmedizin en Berlín, Alemania, sobre personas muertas por COVID-19 sugirió por qué los pacientes que se recuperan de la enfermedad, en muchos casos, padecen fatiga y pérdida de masa muscular a largo plazo. En las autopsias, los especialistas hallaron que la mayoría de los pacientes tenían inflamación muscular, a veces muy grave. Entre 43 pacientes que fallecieron con un diagnóstico confirmado del nuevo coronavirus, seis de cada diez tenían debilidad, hinchazón y enrojecimiento del tejido del músculo esquelético, y era mucho más evidente en pacientes con enfermedades crónicas.
El equipo dijo que esta inflamación es muy diferente a la que se observa en órganos como pulmones, corazón y riñones, y podría explicar por qué las personas con lesiones musculares tienen más probabilidades de morir de COVID-19 y por qué los sobrevivientes tienen debilidad a largo plazo.
Respecto de la forma en que el virus ataca los músculos, el estudio realizado en Alemania demostró que los pacientes fallecidos que fueron analizados, en su mayoría, presentaban inflamación muscular, a veces muy grave. Los estudios de la Charité-Universitatsmedizin en Berlín, mostró que el 60% de los pacientes analizados debilidad, hinchazón y enrojecimiento del tejido del músculo esquelético, pero esto era mucho más evidente en pacientes con enfermedades crónicas.
Estudios anteriores han encontrado que los pacientes con COVID-19 con lesiones del músculo esquelético tenían más probabilidades de tener enfermedades graves y/o la muerte. Además, hasta dos tercios de los sobrevivientes de COVID-19 experimentan fatiga o debilidad muscular o dolor muscular.
El mismo equipo comparó a los pacientes con coronavirus con los pacientes sin virus. En una escala de cero a cuatro, los pacientes de control tenían una puntuación media de inflamación de 1, mientras que los pacientes con COVID-19 tenían una puntuación media de 3,5. Además, hubo una mayor evidencia de inflamación muscular que la inflamación del corazón, lo que sugiere que la miocarditis es una complicación poco común.
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