La comunidad internacional, con Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza, han optado por la dureza después de que la decisión del presidente tunecino, Kais Said, de arrogarse plenos poderes le colocara en la disyuntiva de elegir entre apoyar o rechazar una maniobra política que pone en riesgo el ejemplo democrático que constituye Túnez, el único país en el que tuvo éxito la «primavera árabe».
Organizaciones independientes de defensa de las libertades como la Comisión Internacional de Juristas (CIJ) advierten de que resoluciones como suspender el Parlamento y destituir al Gobierno suponen “una usurpación de poder, y un ataque flagrante al estado de derecho y a los fundamentos del orden constitucional».
«El presidente debe revertir su apropiación del poder, que sobrepasa el alcance de su autoridad constitucional y viola los principios básicos del estado de derecho», subraya el director de la CIJ en la región del Mediterráneo y Norte de África, Said Benarbia.
Otras organizaciones, como Amnistía Internacional recuerdan que tampoco se ajustan a derecho otras medidas adoptadas como la aplicación del artículo 80 de la Constitución, que autoriza al presidente gobernar a golpe de decreto, y de forma excepcional, “si existe un riesgo existencial para el país” o su decisión de asumir el mando del Ejército y las fuerzas de Seguridad, que le acercan a las dictaduras y le alejan de las democracias.
AVISO EUROPEO
En este contexto, el Consejo Europeo emitió hoy un duro comunicado en el que pidió el restablecimiento del orden institucional, la restitución del Parlamento, el respeto a los derechos fundamentales y la necesidad de evitar cualquier estallido de violencia.
Asimismo, insistió en la necesidad de escuchar al pueblo tunecino y recordó que la prioridad es “preservar la democracia y la estabilidad del país”.
“Los europeos no pueden permitirse el lujo de sentarse y mirar desde la barrera como lo han hecho ante otros momentos de tumulto en la región”, explica Tarek Megerise, investigador del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
El investigador coincide con otros expertos en alertar de que lo ocurrido en Túnez en los últimos días guarda paralelismo con el golpe de Estado que en 2012 acabó con el gobierno democráticamente elegido de los Hermanos Musulmanes en Egipto, y que llevó al poder al actual presidente, Abdel Fatah al Sisi.
“Lo sucedido no ha sido un esfuerzo sincero para defenderse de una amenaza inminente para Túnez. Tampoco un golpe bien planeado para aprovechar el descontento local, tomar el poder absoluto y deshacerse de la oposición, como sucedió en Egipto. Sino una táctica política mal pensada, agresiva y torpe de Said para hacerse con el control del Ejecutivo”, subraya.
“Un vacío europeo aquí induciría inevitablemente a otros poderes regionales a tratar de sacar ventaja en el patio de atrás de Europa, como ha ocurrido en Libia. Para evitarlo, Europa debe pedir a Said que dé marcha atrás y ofrecerle una solución que le permita salvar la cara, una salida que premie la democracia en Túnez frente a cualquier ambición individual”, sugiere.
ADVERTENCIA ESTADOUNIDENSE
Estados Unidos, que en principio se mostró más cauto e indeciso, optó el lunes por una línea igualmente dura, similar a la de la Unión Europe.
En un comunicado, el departamento de Estado estadounidense confirmó que su responsable, Antony Blinken, conversó por teléfono con Said, al que “instó a adherirse a los principios de la democracia y los derechos humanos, que forman parte de la base del gobierno en Túnez”.
“El secretario de Estado urgió al presidente a mantener el diálogo abierto con todos los actores políticos y con toda la sociedad tunecina, subrayando que Estados Unidos vigilará de cerca la situación y se mantendrá vinculado”, agregó.
LA SOMBRA DE LA DICTADURA
Tras las declaraciones de las organizaciones independientes, de la Unión Europea, Estados Unidos, y otros organismos internacionales como la Unión Africana, se prolonga el mismo miedo a que retorne la sombra de la dictadura que comenzó a disiparse en 2011 y a que se apague ese “faro de la libertad” en el mundo árabe que representa Túnez.
“Una década después del levantamiento contra Ben Ali, el presidente Said está devolviendo a Túnez al autoritarismo del pasado. Al hacerlo, el presidente está traicionando la propia Constitución que se comprometió a defender, la voluntad del pueblo que lo llevó al poder, así como los sacrificios de millones de tunecinos”, advierte Benarbia.
EFE
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