Una bolsa plástica puede suplir un cubrebota, la braga de bioseguridad es sustituida hasta que se rompa y pueden esperar hasta un mes por un tapaboca N95. Es parte de la precariedad que denuncia el gremio médico y expertos, de la situación del personal sanitario en la mayoría de los centros asistenciales públicos. A 16 meses de pandemia, libran una guerra casi mortal cuando acechan variantes tan peligrosas como la delta sin la dotación permanente de implementos de bioseguridad, que los lleva a reutilizarlos sin garantía de efectividad. Hacen el sacrificio de costearlo siendo responsabilidad del Estado, cuando el par de tapabocas quirúrgicos oscila en $4 y el sueldo apenas pueda llegar a $7.
Guiomar López | La Prensa de Lara
«El Gobierno para nada lo señala y sólo queda una protección eventual que ni siquiera llega a la semana. ¡Es muy irresponsable!», rezonga Douglas León Natera, presidente de la Federación Médica Venezolana (FMV), sobre la necesidad de contar con suficientes mascarillas, lentes, guantes, trajes y hasta el servicio constante de agua. Cada guante debería ser cambiado luego de atender a cada paciente o dependiendo, el personal opta por lavarlo con agua y abundante jabón. Una realidad señalada por Monitor Salud, teniendo altos índices de reutilización hasta el mes de marzo de 2021, que se ubicaba en 69% en el sistema público de la región central, mientras entre 90 a 95% en occidente y oriente
Recuerda lo delicado de estar en contacto con cualquier superficie, desde la manilla de la puerta, mesa u otros en algún centro de salud. Desamparo que ubica el luto en más de 714 fallecidos del personal de salud, según el registro de la organización Médicos Unidos de Venezuela desde el 16 de junio de 2020 hasta el 25 de julio de 2021.
Desde la base
Son aspectos tan elementales que no deberían ser descuidados, al considerar que los centros asistenciales tradicionales no deberían quedar marginados por la mayor atención para los centros centinelas. Ruy Medina, exdirector regional de Salud, señala que las medidas empiezan por el lavado de manos, a veces comprometido por la falta del servicio de agua constante y no se cumple por la falta de lavamanos. Cita como ejemplo, áreas de emergencias que no cuentan con lavamanos afuera para el uso de los familiares, quienes se mantienen permanentes con los pacientes.
Los guantes son desechables y hasta el gel antibacterial o con jabón germicida debe ser constante. Los riesgos empiezan desde tocar la manilla de la puerta, presionar alguna zona del cuerpo del paciente, afincarse en alguna camilla y hasta tocar una mesa. El tapaboca puede extenderse hasta por 2 horas, pero es imposible que alguien prácticamente disponga de una caja de estos. Algunos se cubren a lo interno con uno de confección artesanal, pero resistente en capas y así extender su vida útil. Por la reutilización, optan por matar los gérmenes con la exposición por varias horas ante el sol.
«No estamos preparados porque los errores empiezan por un área covid que debería manejar epidemiología regional. ¿Dónde están las autoridades?», reclamó empezando por un llamado desde el Ministerio de Salud, cuya vocería es secuestrada por el Ejecutivo nacional, al considerar como «paños de agua tibia» por la falta de respuestas que se extienden desde el descuido al personal sanitario.
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