Científicos de Hong Kong detectaron que el encierro propio de muchos países a causa de la pandemia del nuevo coronavirus afectó la visión de los niños. De acuerdo con un estudio publicado en British Journal of Ophthalmology se produjo un incremento en los casos de miopía que vincularon, no solo con la mayor exposición a las pantallas, sino también a la imposibilidad de salir al aire libre.
En términos que abarca a toda la población, un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que, en 2050, una de cada dos personas en el mundo será miope. Asimismo se estima que, debido al actual escenario sanitario, se podrían acelerar estas proyecciones, como resultado de los factores ambientales relacionados con la masificación del uso de dispositivos tecnológicos, pese a que el origen de la miopía es principalmente hereditario.
Como explicó en marzo pasado a Infobae el oftalmólogo Germán Bianchi, jefe de trasplante de córnea de la clínica Dr. Nano, “la miopía es un defecto de refracción en el que las imágenes se enfocan por delante de la retina y no sobre ella, lo que dificulta la visión de lejos. Una persona que padece miopía ve claramente los objetos cercanos, pero percibe de forma borrosa los que se encuentran a distancia. También, puede producir dolores de cabeza, estrabismo, incomodidad visual”.
“Se caracteriza porque el globo ocular es alargado o la córnea es más curva de lo normal. La miopía puede afectar tanto a niños como a adultos, se diagnostica con frecuencia en chicos de entre 8 y 12 años, y, generalmente, empeora durante la adolescencia. Luego, entre los 20 y los 40 años, es menos usual que progrese. Las personas con antecedentes familiares son más propensas a padecerla. Existe una carga hereditaria que podrá predisponer, sobre todo, a las miopías altas”.
“Los lugares cerrados, el uso principal de la visión de cerca (por ejemplo, pantallas) y la baja exposición a la luz solar son factores potencialmente favorecedores de la progresión o empeoramiento de la miopía”, puntualizó.
En setiembre de 2020, los países comenzaron a disponer medidas de restricción en la circulación que en mayor o menor medida obligaron a las personas a mantenerse en sus casas. En muchos lugares las escuelas se cerraron y los niños debieron, en el mejor de los casos, asistir a clase a través de comunicaciones de internet. Más de 180 países fueron los que cerraron los centros educativos para minimizar los contagios. Se estima que unos mil millones de niños en edad escolar dejaron a asistir a clases presenciales.
Esto implicó que el tiempo que los niños podían pasar al aire libre fuera mucho menor al habitual. Se debe tener en cuenta, además, que la investigación se realizó en Hong Kong, una ciudad muy densamente poblada donde las personas viven mayoritariamente en edificios de gran altura donde hay poco espacio al aire libre.
Los científicos del Hong Kong Children Eye Study (HKCES) observaron que aumentaba el tiempo que los niños pasan mirando de cerca, tanto por el uso de las pantallas como por permanecer encerrados en sus casas, lo que se relaciona directamente con la miopía. Esta enfermedad ocular se produce cuando la forma del ojo cambia, haciendo que los rayos de luz se refracten de forma incorrecta, enfocando las imágenes delante, en lugar de en la superficie de la retina.
Según los investigadores, la miopía en los niños es importante porque aumenta el riesgo que a futuro puedan padecer ceguera o problemas irreversibles en la visión.
El estudio realizado por el equipo del HKCES apuntó a demostrar que la modificación en el estilo de vida de los chicos a causa de la pandemia podría haber tenido repercusión en la salud de su visión. Los científicos analizaron los ojos de 1.793 niños que formaban parte del HKCES. Se trata de un estudio poblacional en curso sobre las afecciones oculares de los niños de 6 a 8 años.
Del total, 709 de los niños fueron registrados como voluntarios para el estudio al comienzo de la pandemia, de diciembre de 2019 a enero de 2020, y fueron monitoreados durante unos 8 meses; mientras otros 1.084 habían entrado en el estudio antes del comienzo de la pandemia y habían sido monitoreados durante unos 3 años.
Los oftalmólogos midieron la agudeza visual de los niños, es decir la capacidad de ver con claridad, y rellenaron cuestionarios sobre su estilo de vida, incluido el tiempo que pasaban al aire libre y en trabajos cercanos, al entrar en el estudio y durante las visitas clínicas posteriores.
Alrededor de 1 de cada 5 (19,5%) de los chicos del primero grupo, llamado grupo COVID-19, desarrollaron miopía en apenas 6 meses, entre enero y agosto de 2020, en comparación con alrededor de 1 de cada 3 (37%) de los del grupo pre-COVID-19 durante un período de tres años.
Los análisis tuvieron en cuenta la edad, el sexo, la duración del periodo de seguimiento, la miopía de los padres y la cantidad de tiempo que se pasaba al aire libre y en trabajos cercanos, el número de nuevos casos de miopía fue mayor entre los niños del grupo COVID-19.
La incidencia estimada de miopía a un año fue del 28%, 27% y 26%, respectivamente, para los niños de 6, 7 y 8 años del grupo COVID-19, en comparación con el 17%, 16% y 15%, respectivamente, para los niños de 6, 7 y 8 años del grupo pre-COVID-19.
Según los resultados, los cambios coincidieron con una reducción del tiempo que los niños pasaban al aire libre, de alrededor de 1 hora y 15 minutos a unos 24 minutos por día, y un aumento del tiempo frente a la pantalla de alrededor de 2,5 horas por día a unas 7 horas por día.
Este mismo equipo de científicos venía realizando otros estudios con los que pudo comparar el presente. Así cotejó el grupo actual de COVID-19 con los resultados de su estudio anterior, que analizaba el desarrollo de la miopía en niños de las mismas edades en Hong Kong.
En el estudio anterior, se vio que el 13% de los niños desarrollaron la enfermedad de la visión en un periodo de un año. En cambio, el 19,5% del grupo COVID-19 del estudio actual comenzó a padecer miopía en unos 8 meses, lo que da más peso a la relación entre la pandemia y un mayor riesgo de miopía, dijeron los investigadores.
Se trata de un estudio observacional y, como tal, no puede establecer la causa, a lo que hay que añadir que la investigación incluyó datos de cuestionarios, que se basan en el recuerdo. Además, los hallazgos podrían no reflejar el impacto del COVID-19 en otras partes del mundo, donde el distanciamiento social, la cuarentena y las políticas de cierre de escuelas pueden ser diferentes, advirtieron los propios investigadores.
“A pesar de todas estas limitaciones insalvables del estudio, los resultados iniciales siguen mostrando una alarmante progresión de la miopía que justifica la adopción de medidas correctivas adecuadas”, destacaron.
Los estudios “sirven para advertir a los profesionales de la salud visual, y también a los responsables políticos, los educadores y los padres, que es necesario realizar esfuerzos colectivos para prevenir la miopía infantil, una posible crisis de salud pública como consecuencia de la COVID-19”.
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