Se habla mucho de los costes que tendrá y está teniendo en la economía el cambio climático, del impacto del calentamiento global o de las emisiones de Co2.
Por El Economista
La sociedad parece decidida a dar su apoyo a los gobiernos para revertir o suavizar esta situación, sin embargo a medida que se vayan conociendo los costes de la transición energética el apoyo podría revertirse y los gobiernos lo saben. Todo el mundo quiere ‘salvar el planeta’ hasta que saben lo que cuesta hacerlo. Este 2021 está siendo un aperitivo de lo que puede suponer el camino hacia las emisiones cero para el bolsillo de consumidores y empresas.
Después de que el confinamiento obligase a Basel Hamzeh a cerrar su cafetería en un barrio de moda de Berlín durante meses, este trabajador y propietario de 53 años se enfrenta a una nueva crisis: las altas facturas de energía.
El coste del gas natural y la electricidad se ha disparado en toda Europa, alcanzando récords en algunos países, a medida que las empresas vuelven a abrir y los trabajadores regresan a la oficina.
En Alemania, los precios mayoristas de la energía han subido más del 60% este año, dejando al propietario del café Frau Honig en Friedrichshain sin otra opción que subir los precios de todo, desde capuchinos hasta los rollos de canela.
“Los precios más altos de la energía han supuesto un doble golpe después de que nuestro café se vio obligado a cerrar durante tanto tiempo, haciendo solo comida para llevar durante la pandemia”, asegura. “Simplemente teníamos que traspasar los costes a los clientes”.
Los precios de la energía están aumentando en todo el mundo en medio de la recuperación económica y por unos costes más elevados a la hora de producir electricidad a través de energías contaminantes (esto en el caso de la UE), lo que alimenta las preocupaciones sobre la inflación.
Escasez de gas natural
En Europa, los planes para descarbonizar la economía juegan un papel importante, ya que las empresas de pagan precios casi récord para comprar los permisos de emisión de Co2 que necesitan para seguir produciendo energía a partir de combustibles fósiles.
Si a eso se le suma la escasez de gas natural, el resultado son precios de electricidad sobrecargados, una factura que los consumidores eventualmente tendrán que pagar. España ya se vio obligada a recortar los impuestos a la energía a medida que los precios de la energía han alcanzado máximos histórico, y se espera que el Reino Unido permita que las empresas de electricidad incrementen sus facturas a los clientes, una decisión que se anunciará el viernes y afecta a 15 millones de personas.
Los costes más altos son un dolor de cabeza para los políticos, justo a ahora que faltan 100 días para que los líderes mundiales se reúnan en Escocia en un intento por concretar el camino hacia las emisiones netas cero. Los gobiernos temen la reacción de una sociedad hastiada con el incremento de las facturas de luz. Al final son los votantes los que van a pagar por la transición energética (también los que se beneficiarán de su impacto). Los votantes suizos rechazaron este año una ambiciosa ley climática que aumentaría los impuestos sobre servicios como los vuelos o el coche.
¿Nuevos chalecos amarillos?
“¿Vamos a ver chalecos amarillos en las calles, vamos a ver una repetición del referéndum suizo?” se pregunta Thierry Bros, profesor de energía en el Instituto de Estudios Políticos de París. “No vas a ser reelegido si estás empujando a tanta gente hacia la pobreza energética. Será una llamada de atención para los gobiernos “.
Se prevé que persistan los elevados costes energéticos. Rusia está enviando menos gas a Europa y Asia está comprando grandes cargamentos de gas natural licuado, lo que dificulta la recarga en las instalaciones de almacenamiento que están al límite después de un invierno amargo. Los precios de referencia del gas en Europa ya han alcanzado máximos y todo eso está disparando los precios de la energía e impulsando los beneficios de las eléctricas, según afirman desde Bloomberg.
Las empresas no pueden más
Un aumento en las facturas de la energía, con frecuencia el mayor coste fijo después del alquiler, podría llevar a muchas pequeñas empresas al límite. El sector de la hostelería del Reino Unido perdió al menos 80.000 millones de libras (unos 90.000 millones de euros) por las restricciones, lo que obligó al gobierno a intervenir. Un aumento significativo en los costes de la energía “sería devastador”, asegura Kate Nicholls, directora ejecutiva del grupo industrial UKHospitality.
“La supervivencia para muchas empresas hoteleras está en juego”, asegura. “Si las facturas de energía aumentan según como se prevé, podrían ser necesarios más alivios o medidas específicas para el sector”.
La inflación ha ido aumentando en Europa a medida que las economías se recuperan y los precios de las materias primas suben. Los costos para los consumidores de la zona euro aumentaron un 2,2% en julio, la tasa más alta desde octubre de 2018.
Europa tiene los planes de descarbonización más ambiciosos del mundo, y el mes pasado presentó propuestas para reducir las emisiones en al menos un 55% para 2030 desde los niveles de 1990. Pero la transición tiene un coste y algunos países han comenzado a oponerse a partes de la agenda.
Francia está presionando entre bastidores para diluir o retrasar el nuevo mercado de carbono propuesto para la calefacción y el transporte por carretera. Varios países, incluidos Holanda y Hungría, también están preocupados por su impacto social, según diplomáticos de la Unión Europea con conocimiento de las conversaciones.
En el Reino Unido, hay dudas sobre el coste que se debe asumir para reducir las emisiones. Aún no está claro cómo el gobierno tiene la intención de cumplir con los objetivos, sobre todo para convencer a 600.000 personas al año para que quiten sus calderas de gas y las reemplacen por costosas bombas de calor.
“Es básicamente nuestra generación la que está sufriendo el coste de la transición energética”, sostiene Jonathan Stern, investigador del Instituto Oxford de Estudios Energéticos. “¿Qué pasará a mediados de la década si les dicen que no vamos a cumplir los objetivos del acuerdo de París y mucho menos la emisión neta cero? ¿Cómo cambiará eso sus puntos de vista?”.
España siente el golpe
Por ahora, España está sintiendo el mayor impacto. Sin una interconexión suficiente con Francia, los precios de la electricidad se han disparado por encima de los 100 euros el megavatio-hora, más del doble que los precios registrados en 2019, antes de que la pandemia golpeara el sistema. Ese es un tema delicado para el gobierno liderado por los socialistas, que precisamente hizo campaña para reducir los costes de la energía.
“Es un duro golpe para el gobierno”, comenta Javier Tobías González, un arquitecto que lleva cuestiones de pobreza energética en ECODES, una organización española enfocada en el desarrollo sostenible. “Antes de ser elegidos, fueron bastante críticos con el gobierno en ese momento con respecto a la pobreza energética”.
En el Reino Unido, se espera que el regulador de energía Ofgem permita a las empresas aumentar los precios en 125 libras cuando anuncie la decisión el viernes, según estiman los analistas de Morgan Stanley.
De vuelta en Berlín, Hamzeh dice que su café hasta ahora ha logrado sobrevivir. “El apoyo del vecindario ha sido inmenso durante toda la pandemia y también cuando tuvimos que aumentar nuestros precios”, explica. “Estamos muy agradecidos por eso”.
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