Rusia y Holanda serán los países acompañantes de las conversaciones entre el régimen de Maduro y la oposición que se inician este viernes en México.
Todo está listo para volver a intentarlo. El Gobierno y la oposición de Venezuela se sentarán este viernes en Ciudad de México para buscar una salida a la profunda crisis política con una nueva negociación. La cita tiene una enorme relevancia, tras años de parálisis institucional, por la urgencia de rebajar el conflicto entre las partes y los intereses geopolíticos en juego. Sin embargo, las grandes expectativas generadas en torno a esta mediación, promovida por Noruega se entremezclan con los recelos de los protagonistas y los temores de la comunidad internacional.
El primer reto de las delegaciones enviadas por Nicolás Maduro y por los partidos opositores consiste en pactar una agenda y las reglas de la negociación con vistas a las elecciones regionales convocadas para noviembre.
Desde 2016 ha habido al menos tres intentos, además de otras iniciativas dirigidas a explorar un acercamiento. Tanto el diálogo impulsado por el Vaticano como las conversaciones de República Dominicana y la mesa instalada hace justo dos años en Barbados fracasaron. Las condiciones de estos contactos son, no obstante, algo distintas. En el tablero internacional el clima se ha confirmado más distendido que durante la Administración de Donald Trump.
Washington ha alineado su posición a la de la Unión Europea, que siempre se ha mostrado más favorable al diálogo. Eso no quiere decir que el Gobierno de Joe Biden esté dispuesto a pasar por alto la deriva del chavismo, aunque sí se ha comprometido a levantar algunas sanciones si el régimen muestra voluntad entendimiento.
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