Desde la reapertura del campus de la Universidad de California-San Diego, el pasado verano, la institución ha recurrido a estrategias de salud pública de probada eficacia, como las pruebas y el rastreo de contactos. Pero también ha añadido una herramienta a su arsenal: excrementos. Así lo reseñó El Nuevo Herald.
Esta herramienta alertó a los investigadores de un 85% de los casos de covid-19 en las residencias universitarias antes de que fueran diagnosticados, según un estudio que se publicará próximamente, dijo Rob Knight, profesor de pediatría y ciencias e ingeniería informática que ayudó a crear el programa de análisis de aguas residuales del campus.
Cuando se detecta la presencia de covid en las aguas residuales, se realizan pruebas a los estudiantes, al personal y a los profesores, lo que ha permitido a la universidad identificar y aislar a los individuos infectados que aún no muestran síntomas. Esto podría evitar brotes antes de que se produzcan.
El programa de pruebas de la UC-San Diego es uno de los cientos de esfuerzos realizados en California, y en el país, para convertir los residuos en valiosos datos sanitarios. Desde Fresno hasta Portland, Maine, universidades, comunidades y empresas monitorean los excrementos humanos en busca de signos de covid.
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