Estados Unidos y sus aliados se enfrentaron el sábado a una carrera contra el reloj en sus caóticos esfuerzos por evacuar a civiles de Afganistán, controlada por los talibanes, pero la Unión Europea (UE) consideró «imposible» sacar a todo el mundo a tiempo.
AFP
Seis días después de que los talibanes retomaran el poder, decenas de miles de personas seguían intentando salir del país, en lo que se ha considerado una de las evacuaciones aéreas más difíciles de la historia.
Mientras, miles de personas desesperadas, niños incluidos, esperan durante horas y días bajo el sol fuera del aeropuerto internacional Hamid Karzai, controlado por Estados Unidos.
El retraso se ha vuelto mortal para algunos. La cadena británica Sky News emitió el sábado imágenes de al menos tres cadáveres cubiertos con telas blancas en el exterior del aeródromo. No estaba claro de qué murieron.
El reportero de Sky Stuart Ramsay, quien estaba en el aeropuerto, dijo que las personas en primera fila están siendo «aplastadas» y que la gente está «deshidratada y aterrorizada».
El vídeo es la última imagen de la desesperación, después de las imágenes de un bebé siendo levantado por encima de un muro en el aeropuerto y las escenas de horror de las personas colgadas de los aviones.
Las familias que esperan un milagro se agolpan entre las alambradas que rodean una tierra de nadie que separa los talibanes de las tropas estadounidenses. Las carreteras hacia el aeropuerto están abarrotadas de tráfico.
«Por favor, por favor, ayúdeme, ¿a dónde voy? ¿Qué debo hacer?» escribió un hombre que dijo haber trabajado años atrás en la embajada estadounidense, en un grupo de WhatsApp en el que personas comparten información sobre cómo salir.
El portavoz del Pentágono, John Kirby, reconoció la urgencia, máxime cuando la retirada completa de tropas está prevista el 31 de agosto. «Sabemos que estamos luchando contra el tiempo y el espacio», dijo.
Para otros, es una batalla perdida. «Quieren evacuar a 60.000 personas entre ahora y finales de este mes. Es matemáticamente imposible», subrayó a la AFP el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell.
Borrell también lamentó que las medidas adoptadas por Estados Unidos en el aeropuerto de Kabul dificultan la evacuación de los afganos que trabajaron para los europeos y aseguró haberse «quejado».
Estados Unidos instó el sábado a sus ciudadanos a evitar por ahora dirigirse hacia el aeropuerto, citando «potenciales amenazas a la seguridad» cerca de sus puertas.
Un responsable de la Casa Blanca confirmó más tarde que los consejeros informaron al presidente estadounidense, Joe Biden, de «operaciones de contraterrorismo» en Afganistán, entre ellas contra el grupo Estado Islámico (EI), activo en Kabul.
El Pentágono dijo que 17.000 fueron evacuadas desde el inicio de la operación el 14 de agosto, entre ellas 2.500 estadounidenses.
Miles más pudieron salir en aviones militares de otros países.
«Gobierno inclusivo»
Mientras tanto, el cofundador de los talibanes, el mulá Abdul Ghani Baradar, llegó a Kabul «para mantener conversaciones con líderes de los combatientes yihadistas y con responsables políticos para formar un gobierno inclusivo», dijo un dirigente talibán a la AFP.
Detenido entre 2010 y 2018, Baradar ejerció desde entonces como jefe de la oficina del grupo en Doha, participando en las negociaciones y en la firma del acuerdo de retirada de Estados Unidos.
Cargos talibanes indicaron que las reuniones en Kabul incluían a altos dirigentes de la red Haqqani, considerada una organización terrorista por Estados Unidos, que ofrece millones de dólares por sus líderes.
Redes sociales protalibanes mostraron a su líder Khalil Haqqani junto a Gulbuddin Hekmatyar, considerado como uno de los jefes de guerra más crueles por bombardear Kabul durante la guerra civil (1992-1996).
Hekmatyar, apodado «el carnicero de Kabul», era un rival de los fundamentalistas antes de que llegaran al poder entre 1996 y 2001, un régimen marcado por su extrema crueldad, especialmente con las mujeres.
Estas mismas redes anunciaron horas después que Ahmad Masud –el hijo del comandante Ahmad Shah Masud, conocido por su oposición al grupo islamista radical– era «leal» a los talibanes.
Ahmad Masud, que esta semana pidió armas a Estados Unidos para defenderse del nuevo poder talibán desde el valle del Panshir (al noreste de Kabul), todavía no se ha pronunciado oficialmente al respecto.
Funcionarios sin acceso
La crisis puso en duda la posición de Estados Unidos como superpotencia mundial y su capacidad de asistir a sus aliados en el mundo.
Los talibanes entraron la semana pasada a Kabul tras dos décadas de conflicto, luego de que Biden ordenara retirar a todas las tropas estadounidenses de Afganistán.
Los fundamentalistas prometieron ser «positivamente diferentes» de su gobierno anterior, recordado por su interpretación rigorista del islam.
También prometieron no vengarse de sus adversarios y ofrecer una amnistía general para quienes hayan trabajado con el gobierno respaldado por Washington.
Sin embargo, impidieron que los empleados del gobierno afgano en la capital regresaran al trabajo el sábado, el primer día de la semana laboral.
Pese a sus promesas, un documento de inteligencia para la ONU señaló que los militantes estaban yendo de puerta en puerta buscando gente que haya trabajado con los estadounidenses o la OTAN.
Según este documento, al que AFP tuvo acceso, también están revisando a las personas que van al aeropuerto de Kabul.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, abogó, en una conversación con su par ruso, Vladimir Putin, por adoptar un enfoque «gradual» con los talibanes y mantener los «canales de diálogo abiertos.
Y advirtió a la canciller alemana, Angela Merkel, que Turquía no podría soportar «una carga migratoria adicional» procedente de Afganistán.
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