El «rombo» de Angela Merkel, su gesto con las manos juntas frente al estómago y los pulgares y yemas de los dedos tocándose, se ha vuelto casi tan famoso como la propia canciller alemana.
AFP
A principios de los 2000, cuando aún no dirigía el ejecutivo, pero presidía la democristiana CDU (centroderecha), Merkel «no sabía dónde poner las manos», explicó unos años después la fotógrafa Claudia Kempf sobre el origen del gesto, ahora icónico.
«Las dejaba colgadas al lado de su cuerpo, lo que la hacía parecer impotente. O las unía y entonces le dije: ‘Así parecéis la hija de un pastor'», explicó en 2009 la fotógrafa del periódico Rheinische Post.
La canciller dio en 2013 su propia versión de cómo surgió este gesto, un hallazgo personal según ella.
«Siempre hubo la duda de saber dónde poner los brazos, así me vino la idea», dijo pocos meses antes de las elecciones legislativas de ese año.
Según ella, este «rombo» demuestra «quizás un cierto amor por la simetría», lo que recuerda el estilo de gobierno de Merkel, marcado por el pragmatismo, la búsqueda del consenso, pero también criticado por la falta de visión política en determinados momentos.
«Culto a la personalidad»
En 2013, Merkel, que abandonará este año su cargo como canciller tras 16 años al frente del gobierno alemán, aspiraba a ser reelegida por tercera vez.
Entonces, la CDU basó su campaña en esos comicios en torno a la personalidad de la canciller.
Un cartel gigante, de 20×70 metros y que se inspiraba del famoso gesto, fue colgado en la estación central de Berlín.
En él aparecía una imagen de las manos de Merkel haciendo el rombo, acompañada por 2.000 imágenes de manos y con el eslogan: «El futuro de Alemania entre buenas manos».
Esta campaña indignó a sus rivales por su carácter personalista y en las redes sociales llegaron a caricaturizar a Merkel como si fuera Mao.
Sus adversarios socialdemócratas denunciaron un «culto a la personalidad monstruoso y vacío de contenido». «Si esto es la política, hemos caído muy bajo», criticaron los verdes.
No obstante, la dirigente, conocida como «Mutti» (madre) por los alemanes, se impuso con claridad en esos comicios y desde entonces su gesto se convirtió, según el diario británico The Guardian, «en una de las posiciones de manos más reconocibles en el mundo».
El «rombo» dispone de su propio emoticono («<>») y página en Wikipedia y en el famoso museo de cera Madame Tussauds en Londres la canciller fue representada haciendo ese gesto.
Imitado por el socialdemócrata Scholz
«Pienso que el rombo fue adoptado primero de manera inconsciente, luego el público detectó su efecto distintivo y empezó a utilizarlo conscientemente como una marca», explica a la AFP Jochen Hörisch, especialista en comunicación en la universidad de Múnich.
Según este profesor universitario, autor de un ensayo sobre las manos, el «rombo», «transmite tranquilidad y a diferencia del puño cerrado o de la mano tendida no da señales emocionales», lo que le permite generar una sensación intermedia «entre proximidad y distancia».
Se dieron numerosas interpretaciones de este gesto, desde que representa un «puente» o un «tejado protector» hasta confabulaciones conspirativas que lo consideraba una prueba de que forma parte de los Illuminati, una supuesta organización secreta que dispone de las riendas del poder.
La marca del «rombo» se ha vuelto tan fuerte que otras personalidades políticas alemanas, incluso adversarios de la dirigente conservadora, intentan imitarlo.
Es el caso del candidato socialdemócrata Olaf Scholz, que en julio apareció en la portada del diario Süddeutsche Zeitung presentándose como el verdadero sucesor de la canciller en lugar del conservador Armin Laschet, el impopular delfín de Merkel.
Esta apropiación del estilo de Merkel, que indignó a la misma canciller, parece dar sus resultados, ya que los socialdemócratas lideran actualmente los sondeos.
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