El 1 de octubre entra en vigencia el llamado bolívar digital en el marco de una nueva reconversión monetaria empujada por la hiperinflación, pero todavía en las calles lo que hay es displicencia ante el anuncio o simple desconocimiento: aquí hace rato que manda el dólar.
Dentro de dos semanas, Venezuela estrenará su nueva moneda tras la tercera reconversión de este siglo, con la que desaparecerán seis ceros del bolívar soberano y nacerá el bolívar digital, pero, lejos de verlo como un respiro, los ciudadanos esperan con muchas dudas y la indiferencia de quienes se han acostumbrado a una dolarización de facto.
En las calles todavía son muchos los que desconocen que dentro de dos semanas su moneda nacional se transformará por tercera vez y, como explica José Torres, un vendedor en el céntrico bulevar caraqueño de Sabana Grande, “todo el mundo tiene sus dudas”.
“Todo el mundo, todas las personas de Venezuela tienen sus dudas a nivel de cómo nos va a afectar el bolívar”, sostiene.
Todo eso, pese a que, conforme explica, el comercio venezolano está “basado en puros dólares” y no se ve “influenciado por el bolívar”, que hoy y hasta el inicio del próximo mes se apellida soberano, excepto “para dar un simple vuelto”.
A pie de calle, se observa que son pocos los gastos que pueden hacerse en “soberanos”, cuya creación eliminó cinco ceros a la moneda y sustituyó al bolívar fuerte que había borrado otros tres.
Para la mayoría de productos, lo habitual es pagar en la divisa estadounidense incluso en los comercios informales o en las zonas más populares y, como explica Torres, cada día pierde mayor valor de compra.
“En otros países, puedes ver que la moneda del país se va a devaluar, mas no el dólar, en este país se esta devaluando el dólar a diario”, explica antes de detallar que ha observado cómo un paquete de harina de maíz ha pasado de uno a dos dólares en varias regiones.
Es, precisamente, el creciente poderío del dólar lo que hace que los venezolanos sean más displicentes con la llegada de su nueva moneda, que sospechan que utilizarán poco en su día a día.
“Más de lo mismo”
No muy lejos, Jessica Parra vende tequeños (deditos de queso) en un puesto callejero y confiesa que todavía no conoce la moneda en la que tendrá que cobrar a sus clientes desde el 1 de octubre.
“Me agarra por sorpresa porque no me han dado noticias todavía”, comenta la joven comerciante.
Por eso, considera que el día que entre en vigor el bolívar digital “va a ser un desorden, principalmente para las personas mayores porque ellos siempre están confundidos con el dólar y ahora, con una moneda diferente, más todavía”.
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