Mientras Cuba enfrentaba una grave crisis económica a principios de la década de 1990, alrededor de 50.000 cubanos sufrían, de modo aparentemente inexplicables, algún tipo de pérdida de visión.
Por BBC MUNDO
Inicialmente, las autoridades sanitarias de la isla, así como los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), creyeron que se trataba de una infección viral que se estaba extendiendo por la población cubana.
Pero estaban equivocados.
En mayo de 1993, el oftalmólogo estadounidense Alfredo Sadun fue consultado por un representante de la OMS sobre la inexplicable epidemia de ceguera en Cuba.
«No puedo recordar las palabras exactas, pero parafrasearé lo que dijo: ‘La OMS ha identificado que esto es a) probablemente un problema viral y b) que probablemente afecte al nervio óptico'», le dijo al programa BBC Witness History.
«Yo era una especie de especialista y referencia mundial en enfermedades del nervio óptico, por lo que la solicitud era que me fuera a Cuba lo antes posible», dijo Sadun, quien ahora es miembro del Doheny Eye Institute, afiliado a la Universidad de California de Los Ángeles (UCLA), Estados Unidos.
Aproximadamente 50.000 personas habían perdido la vista en la isla y la enfermedad parecía propagarse a un ritmo alarmante. El representante de la OMS quería que Sadun se embarcara para Cuba esa misma noche.
Pero el médico, que estaba en Miami con su familia, negoció unos días más.
«Le expliqué que primero tenía que regresar a Los Ángeles, quería tener la oportunidad de hacer algunas llamadas telefónicas para formar el equipo adecuado que me acompañara».
«(También) quería pasar un tiempo en la biblioteca. Esto fue antes de Google, y necesitaba investigar varias posibilidades», explicó.
Y aunque le interesaba el caso, era algo que necesitaba discutir con su esposa, dada la naturaleza de la propuesta. «El hecho de que me estaba metiendo en una (supuesta) epidemia viral que de repente estaba cegando a la gente era algo que necesitaba explicarle».
Un período especial
Los primeros años de la década de 1990 fueron un período un tanto desafiante para los cubanos y su líder, Fidel Castro.
El colapso de la Unión Soviética, que le proporcionaba a la isla caribeña millones de dólares en petróleo, alimentos y otros suministros vitales, desencadenó una grave crisis económica en la isla, reforzada por el endurecimiento del embargo impuesto por Estados Unidos.
El llamado «período especial» estuvo marcado por la escasez de varios productos básicos y la adopción de políticas de racionamiento.
Pero en ese momento, la ceguera parecía desconectada de la crisis interna de escasez, y su rápida propagación sugería de hecho la presencia de un virus.
Preocupados por una posible epidemia viral tan cerca de sus costas, los funcionarios estadounidenses acordaron rápidamente autorizar a Sadun a ir a Cuba, a pesar de la prohibición a los ciudadanos estadounidenses de viajar al país y la abierta hostilidad entre las dos naciones.
Y así, a mediados de mayo de 1993, el médico y otros 11 expertos en salud volaron a La Habana.
Encuentro con Fidel
Su primer encuentro en la capital cubana tuvo lugar la misma noche que desembarcaron, con la sala llena de científicos y la asistencia de Fidel Castro.
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