Las guerrillas colombianas han comenzado el año como mejor saben: a sangre y fuego. Ya se cuentan en torno a 30 víctimas mortales tanto en la frontera entre Venezuela y Colombia como en la ribera del río Orinoco. En el primer capítulo sanguinario, los guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) desembarcaron en Barrancas del Orinoco para ajusticiar a malandros (delincuentes) del llamado Sindicato de Barrancas, que hasta ese momento controlaban una encrucijada clave para el Arco Minero.
En el segundo episodio, los elenos abandonaron su santuario venezolano durante unas horas y cruzaron el río Arauca para vengarse en territorio colombiano de las disidencias del Décimo Frente de las FARC. Estos, envalentonados porque han conseguido derrotar a la Segunda Marquetalia de las FARC pese al apoyo brindado durante meses por las fuerzas militares de Venezuela, se atrevieron a fustigar uno de los campamentos del ELN en territorio venezolano. Durante el primer asalto habría muerto, según autoridades colombianas, el comandante eleno Mazamorro, el segundo al mando en el Frente Domingo Laín Sáenz.
Más allá de las venganzas y odios entre las distintas guerrillas, la principal característica que reúnen estos ataques a sangre y fuego es que no se trata de una cuestión de viejos ideales o romanticismo de la lucha armada contra el Estado: todos ellos luchan a brazo partido por controlar los corredores de la droga hacia Venezuela, un negocio millonario.
Las imágenes de violencia extrema y con cuerpos arrojados en los márgenes de caminos como si se tratara de ejecuciones que todavía hoy hacían públicas, medios y autoridades hacen presagiar que la cifra final de víctimas mortales crecerá. «Las personas nos escriben, dicen que se llevan a la gente amarrada de sus viviendas. El número de desaparecidos ya supera los 50», advirtió a una radio local Juan Carlos Villate, personero de Tame, uno de los municipios afectados junto a Saravena, Arauquita y Fortul.
«Homicidios, amenazas, retenciones ilegales, desplazamientos masivos y riesgo de desplazamiento forzado», advirtió al gobierno la Defensoría del Pueblo colombiana.
El Ejército del país cafetero puso en marcha un dispositivo especial de seguridad en una zona en la que tradicionalmente la guerrilla se ha movido como si fuera su casa. La ONU exigió a Bogotá activar planes de contingencia de forma inmediata.
El desplazamiento de pobladores se produce nueve meses después de que diera inicio al conflicto entre Segunda Marquetalia, apoyada por las tropas chavistas, contra los disidentes. Varios cientos de venezolanos también cruzaron el río para refugiarse en Colombia.
Pese a la intervención de las fuerzas venezolanas, las tropas de Iván Mordisco y Gentil Duarte ganaron batalla tras batalla en una guerra fratricida que acabó con la vida de destacados comandantes guerrilleros, como Jesús Santrich, Romaña y El Paisa. Nada se sabe del paradero de Iván Márquez, durante años conocido como el canciller de las FARC y habitual del Palacio de Miraflores, tras desmentir el gobierno cubano que estuviera refugiado en La Habana.
En Venezuela, el desembarco en Barrancas ha confirmado cómo la guerrilla se ha desplegado por al menos doce estados (regiones) del país petrolero. Los milicianos del ELN trabajan en connivencia con la revolución, no sólo en las zonas de frontera donde reina el narcotráfico y el contrabando, también en la vigilancia de las minas de oro y en el control social de la población civil.
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