En Arauca, históricamente realizar una campaña política nunca ha sido fácil. Los atentados, la muerte y las amenazas han sido una constante. En esta ocasión, sin embargo, la sensación que gravita en el ambiente es que nunca había sido tan grave. No pasa un día sin un nuevo parte de guerra entre el Eln y las disidencias de las Farc. Entre tanto, la campaña proselitista para el Congreso y la presidencia se siente lejana, distante de esta tierra olvidada por la mano de Dios.
Por JORGE ENRIQUE MELÉNDEZ | El Tiempo
Solo en lo que va corrido de este año, la cifra de muertos ya superó el medio centenar. Ayer, por ejemplo, asesinaron en Saravena a Rosalba Carmenza Tarazona Ortega, esposa de Álvaro Peña, un líder que había sido muerto a tiros en zona rural del municipio de Tame, horas antes.
Entre tanto, se conocieron panfletos de las disidencias en los que mencionan a un grupo de personas como integrantes del Eln y las convierten en objetivo militar.
Si bien hasta ahora ninguno de los dos bandos ha anunciado amenazas directas contra los candidatos, el temor a expresarse es natural. Hay 12 candidatos por la circunscripción ordinaria y 8 listas para las curules de paz (16 candidatos).
La campaña se ha centrado fundamentalmente en los cascos urbanos. Al campo prácticamente ninguno quiere ir, y desplazarse por carretera entre un municipio y otro es un riesgo que, saben, les puede costar la vida.
Hay quienes ya hablan de que va a ser muy difícil que los habitantes de la zona rural vayan a salir a votar. Son muchos los campesinos que se han desplazado hacia los cascos urbanos, y los que se han quedado en el campo evitan salir más allá de la frontera de sus predios.
Por ahora, algunos candidatos salen, pero con autorrestricciones. Saben a qué sitios ir, evitan demorarse y lo hacen sin el ruido tradicional de una campaña.
Yecid Lozano, candidato del Centro Democrático a la Cámara y exalcalde de Saravena, cuenta que por ahora estaba haciendo su campaña de manera virtual: “Ir al campo es imposible. La campaña está muy complicada para ir a la zona rural, por lo que en buena medida estamos acudiendo a una campaña a través de las redes sociales”. Una odisea en un departamento donde la conectividad es una quimera.
Lozano tiene claro lo que es la guerra en Arauca. Ha sido víctima de cuatro atentados, tres de ellos cuando fue alcalde y uno hace unos pocos meses. Le han matado a dos escoltas y le han herido a cuatro.
Pero también es consciente de que por más esquemas de seguridad que se tengan, como los tienen algunos de los aspirantes, en últimas son insuficientes y por encima de todo está el riesgo de perder la vida.
Older Cáceres, candidato a la Cámara por el Pacto Histórico, dijo que llevan muchos años trabajando en campañas en Arauca, pero nunca había tenido que vivir una como la de ahora. “En esta ocasión nos tienen a todos crucificados, es un verdadero calvario, es una cruz que pesa mucho para defender la democracia”, dice el dirigente de izquierda.
Cáceres también reconoció que ha tenido que actualizarse para trabajar su campaña a través de las redes sociales.
“En algunos momentos nos exponemos para poder hablar con la gente. Simplemente nos encomendamos a Dios para que en el camino no nos vayamos a encontrar con algún retén de los ilegales”, dijo.
El representante liberal Joaquín Marchena, quien aspira a repetir, dijo que esta campaña se ha convertido “en un riesgo”. Afirmó: “Uno vive con la angustia que en cualquier momento le pueden hacer un atentado”. Como sus competidores, dice que el proselitismo se está haciendo básicamente por redes sociales y en algunos cascos urbanos.
“En algunos momentos uno se arriesga. Se va uno callado, casi que clandestino, para algún pueblo, pero bajo su propio riesgo”, dijo Marchena.
Es un hecho que tener un esquema de seguridad, como lo tienen algunos de los candidatos, no garantiza nada pues son unos pocos hombres armados con pistolas, a los que les pueden aparecer unos irre-gulares en grupo con fusiles.
‘Un campaña sin bulla’
Buena parte del conflicto se sufre en los municipios de Saravena, Arauquita, Fortul y Tame, justo donde está la jurisdicción para la elección de las curules de paz.
Por eso, los candidatos que buscan obtener curules a través de esa jurisdicción parecen ser los que tienen más complicaciones.
Karen Manrique es una víctima de desplazamiento forzado que está como candidata. De acuerdo con ella, la situación es muy “compleja” y la campaña se realiza “en medio del miedo y la zozobra”.
Su testimonio refleja la difícil situación. Para hacer una visita a una vereda, primero se coordina telefónicamente y se pone de acuerdo con algunas personas, previo compromiso de que no se hará propaganda de su llegada, para ir a que le escuchen sus propuestas políticas.
“Yo voy en una camioneta con mi esposo, dos muchachos que me ayudan en la campaña y con Dios”, dice. Por su parte, Leyi Melón, cuyo hermano fue asesinado, avalada por el Consejo Comunitario de Panamá de Arauca, dice que sale poco y que previamente se habla con la comunidad que va a visitar.
“Tengo la ventaja de que me conocen desde niña, pero de todas maneras estamos haciendo una campaña sin bulla”, dijo Melón, y cree que la votación rural va a ser mínima. Mientras los candidatos tratan de hacer su campaña, los muertos se siguen dando en el territorio, así como las denuncias sobre reclutamiento de menores.
En ocasiones cesa el eco de los disparos. Sin embargo, nadie se confía porque tienen intacta en la memoria las imágenes de los, al menos, 27 fusilados que dejaron a la vera de las carretera a principios del año, el año de las elecciones.
‘Las insurgencias están vinculadas a las redes políticas’
Andrés Aponte es analista en conflicto armado y ha estudiado al Eln durante varios años. Él explica que la situación de Arauca es la suma de una serie de sucesos anteriores que vienen desde hace dos o tres años, en donde la Defensoría del Pueblo venía alertando de una serie de tensiones entre el Eln y las disidencias de las Farc.
“La narrativa del Gobierno es que estas dos insurgencias están peleando por las rutas del narcotráfico. Pero, en primer lugar, allá no hay narcotráfico, es decir, en el sentido en que no está la economía cocalera como en el Catatumbo o en el Pacífico nariñense”, aseguró Aponte.
El analista explica que dicha disputa no solamente se centra en los recursos. También se da por la capacidad de ordenar y de gobernar esos territorios.
“Lo preocupante de esta guerra es que por la forma en la que las insurgencias tienen presencia, no solamente está metida en las redes sociales o económicas, sino que también está muy vinculada a lazos de sangre y a las redes políticas y creo que hacia allá es precisamente que se está dirigiendo la violencia”, dijo.
Agregó que la violencia no solamente se dirige contra el enemigo, sino que también se están atacando directamente las redes familiares y a las redes políticas. “Lo cual hace de esto una guerra con unos impactos humanitarios severos. Viendo las relaciones que ha tenido el Eln con algunos sectores políticos del Partido Liberal, sin duda alguna se va a ver afectado el escenario”, puntualizó.
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