Óscar Herrera perdió la visión cuando unos delincuentes en su natal Venezuela le arrojaron un ácido en la cara para robarlo. A pesar de su condición se convirtió en un destacado atleta paraolímpico, pero tuvo que dejarlo todo para emigrar a EEUU alegando persecución del régimen chavista y terminó viviendo en las calles del sur de la Florida.
Por El Nuevo Herald
El venezolano, de 46 años, llegó a Estados Unidos hace siete meses tras vender sus pocas pertenencias y reunir dinero para comprar un boleto aéreo a México, desde donde emprendió la travesía para cruzar la frontera, viajando por peligrosas rutas en autobuses públicos con la “sola compañía de Dios”. Herrera, medalla de bronce en los juegos paraolímpicos de Sao Paulo, Brasil, en 2007, dijo que decidió emigrar cuando el régimen de Nicolás Maduro le suspendió sus beneficios sociales porque respondió afirmativamente a una encuesta en la que se consultaba si estaba de acuerdo con las sanciones del gobierno estadounidense. Y los llamados consejos comunales comenzaron a hostigarlo en su casa por oponerse a apoyar al mandatario venezolano.
“La forma en que me estaban perjudicando era tratando de asfixiarme económicamente. Un día hicieron la encuesta y dije que sí estaba de acuerdo. Después de eso me cortaron todas las ayudas sociales. Me amenazaron. En Venezuela si los ciudadanos no está a favor del gobierno o no vota por ellos, los comienzan a amenazar”, dijo en una entrevista con el Nuevo Herald.
Explicó que muchos venezolanos buscan “la libertad porque nosotros vivimos bajo un régimen comunista donde el gobierno está permanente acosando y persiguiendo. Me vine a Estados Unidos a pedir asilo político”. Al llegar a EEUU lo recibió un amigo en su casa en el Condado Broward, quien poco tiempo después enfermó de cáncer y tuvo que ir a Nueva York a someterse a tratamiento médico, debido a ello llevó a un refugio en Fort Lauderdale. En el refugio solo estuvo dos días porque según Herrera no aceptaban invidentes.
Se fue al terminal de buses de Fort Lauderdale, donde una persona le dijo que se quedara en su casa dos noches. Después de eso, se volvió a quedar en la calle y decidió refugiarse en el aeropuerto internacional de esa ciudad, donde estuvo tres meses. Un amigo le pagó varios días en un hotel, contactó a otro refugio y lo ayudó a publicar su caso en la plataforma GoFundme para recolectar el dinero necesario que le permita costear un lugar permanente donde vivir. Ahora se encuentra en la sede de la fundación Remar USA, cerca de Clewiston a 80 millas al noroeste de Fort Lauderdale, que ayuda a personas con problemas de dependencia de alcohol y drogas, y a inmigrantes.
“Estoy aquí por emergencia, pero necesitaría algo más accesible porque estoy en una finca donde para salir de acá es complicado y queda lejos, las personas solo salen cuando van a hacer las compras. Necesito algo más cerca de la ciudad”, dijo Herrera que ya tiene un abogado pro bono que lo está ayudando a preparar su petición de asilo político. Considera que con ayuda de la comunidad puede “conseguir un lugar estable mientras yo pueda ir avanzando.
El proceso migratorio no es fácil. Para mí por ser una persona con discapacidad visual es más cuesta arriba”.
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