El abogado criminalista Fermín Mármol García dijo este miércoles que al menos 90% de quienes integran megabandas piensa que es mejor morir enfrentándose a los cuerpos de seguridad que entregarse por las buenas, y destacó que fue un error que el proceso de pacificación del crimen fuera aplicado en Venezuela en 2015.
Al Estado le saldrá muy caro la lucha contra el crimen y la violencia, enfatizó Mármol en entrevista concedida a VPI, tras la neutralización de El Koki, líder de la megabanda que controla la Cota 905 y que era uno de los hombres más buscados del país. «Luchar contra el ELN, disidencias de las Farc, el pranato carcelario, megabandas de los sindicatos mineros será muy costoso patrimonialmente. Este tipo de estructuras con fusiles, granadas, lleno de consumo de drogas, alcohol, tienen una carrera delictiva de homicidios y por supuesto, no van a entregarse ante la autoridad así de fácil. El 90% prefiere morir confrontándose en la batalla».
«Pero la recomendación al Estado es que hoy con la tecnología que tienen los grupos de fuerzas especiales es llevar cámaras para filmar en tiempo real lo que es la neutralización de este tipo de delincuentes y que esto sea presentado ante el MP».
Asimismo, precisó que la baja de Carlos Luis Revete, alias «El Koki» fue producto de la operación que inició en 2021 en Caracas. «Pareciera un cambio de formato en la pacificación que generó las Zonas de Paz».
Perfil de integrante de megabanda
Según Insigth Crime en Venezuela hacen vida al menos 40 megabandas quienes controlan el narcotráfico, robos, extorsión, la minería ilegal y una decena más de delitos. Para Fermín Mármol sí es posible establecer un perfil de este tipo de delincuente.
«Mayoritariamente, el problema de violencia en Venezuela corresponde a un varón de clase popular. En la clase media y alta obviamente, también se generan delincuentes, pero de otro tipo, van más ligados a delitos de astucia. De 10 delincuentes 8 son hombres y 2 son mujeres, es una persona muy violenta que proviene del embarazo precoz, una maternidad irresponsable, padrastros maltratadores, deserción escolar, etc».
«Es un gran problema social porque la fábrica de delincuentes hay que pararla, haciendo que la carrera del delincuente sea de mucho riesgo, rescatar el concepto de familia, la escolaridad gratuita y de calidad, que sean muchas horas. Además, se debe prevenir el embarazo precoz en niñas y adolescentes. Lo que vemos hoy es el resultado de niños y adolescentes que huyeron del hogar y encuentran en la calle amor, cariño y respeto; se sienten parte de una manada que seguramente se agrupa en bandas criminales y ahora lograron asentarse, controlar el territorio y se vieron beneficiados de políticas públicas equivocadas», explicó. «Es la historia del Koki, del Picure, del Conejo y muchos otros».
En este sentido, sostuvo que el siglo pasado las bandas criminales eran nómadas porque no buscaban mantener control de territorios, además, eran anónimas, pero todo esto ha cambiado. «Vemos que ahora les gusta la exposición mediática, les gusta controlar el territorio y que esto lo sepan las autoridades. Es un formato del siglo XXI. Tenemos grupos urbanos, autóctonos, grupos extranjeros».
«Hay una constelación de estructuras criminales que demuestra un retroceso como Estado, un primitivismo institucional. La ciudadanía siente que las instituciones no ayudan, no colaboran, no cumplen con su labor, ni los protegen y este plan de pacificación que se impuso en Centroamérica nunca debió haber sido llevado a Venezuela» y agregó «en la alta revolución hubo personas que manejaban órganos de seguridad ciudadana y creyeron que ir a un proceso de diálogo, de pacificación y entendimiento, era mucho mejor que combatirlas o perseguirlas. Creo que este fue un grave error porque la constitución establece claramente que el Estado debe proteger a los ciudadanos».
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