En 2019, el entonces presidente de Ecuador, Lenin Moreno, acusó al régimen de Nicolás Maduro de haber estado detrás de las protestas sociales contra su Gobierno. El dictador venezolano se burló de las acusaciones y de esas palabras surgió un bizarro dibujo animado que lo presenta como un superhéroe.
“Ayer salió el presidente Lenin Moreno a decir que lo que está pasando allá es culpa mía, que yo muevo mis bigotes y tumbo gobiernos, así dice Lenin Moreno, yo estoy pensando qué próximo gobierno puedo tumbar con los bigotes”, dijo en un acto de Gobierno. Y, en tono de broma, agregó: “Yo no soy Superman, yo soy Súper Bigote”.
Años después, “Súper Bigote” se convirtió en un superhéroe venezolano, inspirado en la figura del dictador Maduro, que combate a Estados Unidos y sus aliados. El principal villano de la saga es Donald Trump, ex presidente norteamericano, cuyo centro de mando es la Casa Blanca.
Trump es caracterizado con su cabello rubio, un antifaz negro y un traje azul que tiene un triángulo con un ojo en el medio, como el que se puede ver en el billete de un dólar.
Aunque el régimen venezolano desde la época de Hugo Chávez intentó cortar con la influencia de los superhéroes norteamericanos, como Superman y Batman, el personaje de “Súper Bigote” está representado como los personajes de esos populares cómics.
Maduro viste un traje rojo -color característico del chavismo-, una capa azul, y ropa interior por fuera del traje. Además, posee una figura atlética y esbelta, muy diferente a la del dictador venezolano.
El slogan del cómic es: “Con su mano de hierro”. Frase que Maduro solía repetir cuando asumió el poder en 2013 y con la que amenazaba a todo aquel que subestimaba su capacidad de dirigir el Ejecutivo tras la muerte de Chávez.
El insólito dibujo animado es transmitido por la cadena de televisión estatal venezolana (VTV), financiada con fondos públicos. Cada episodio tiene un tiempo de duración de un poco más de un minuto.
Lejos de permanecer ajeno a la difusión de su personaje, el propio dictador Maduro comparte en sus redes sociales cada nuevo episodio. El pasado miércoles divulgó el último capítulo, en el que “Súper Bigote” derrota al “bloqueo criminal” de Estados Unidos. “Ni el bloqueo asesino, ni toda la maldad imperial, lograrán dañar al pueblo venezolano. Jamás permitiremos que atenten contra nuestra Patria. Disfruten de otro capítulo de ‘SuperBigote’, la serie animada que está dando mucho de qué hablar. ¡Venezuela es Indestructible!”, afirmó el mandatario socialista.
Trump habla por teléfono desde la Casa Blanca con tres cómplices y les dice: “Debemos darles donde más les duela”. Esos cómplices serían el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, representado como el Hombre Marioneta; Antonio Ledezma, como un vampiro -como lo suele llamar Maduro-; y Henrique Capriles, vestido de Robin.
Desde Washington, el “villano” activa un botón rojo para lanzar bolsas de dinero dirigidas a sus cómplices de la oposición venezolana para fortalecer el bloqueo, y así impedir la llegada de insumos médicos a hospitales infantiles de Venezuela.
El “bloqueo asesino”, combatido por las fuerzas de Súper Bigote a través de rayos antibloqueo, es representado por una especie de monstruo que aterra a la población y se posa frente al hospital infantil cortando el paso de los insumos médicos.
Esas fuerzas de combate de Súper Bigote están integradas por la cúpula del régimen chavista: Delcy Rodríguez, Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello.
“El bloqueo asesino ataca de nuevo”, dice el dictador Maduro desde el Palacio Miraflores. Cilia Flores, su esposa y considerada como la “primera combatiente”, le responde: “Es un enemigo muy complejo, pero lo venceremos”.
Finalmente, Súper Bigote sale a combatir al enemigo y lo derrota con su mano de hierro, despertando la frustración y enojo de Trump desde su centro de mando.
Al ser derrotado el bloqueo, los repuestos e insumos llegan al hospital infantil.
En los anteriores episodios aparecen otros “villanos” de “Súper Bigote”, como Julio Borges y Henry Ramos Allup. Además, otro monstruo de la saga está representado por la Organización de Estados Americanos (OEA), organismo dirigido por el uruguayo Luis Almagro que desde hace años viene denunciando las violaciones a los derechos humanos en Venezuela.
Cada capítulo refleja los principales problemas que atraviesa Venezuela, como la falta de insumos médicos, apagones eléctricos y falta de vacunas, entre otros. Pero desde la óptica chavista el gran responsable es “el imperio norteamericano”, y el dictador Maduro el salvador.
En una escena del dibujo animado, “Súper Bigote” despliega en su cabeza una especie de gorra o casco rojo con unos lentes, muy parecido al atuendo que lucen los trabajadores de la Corporación Eléctrica Nacional S.A. (CORPOELEC) de Venezuela, y derriba lo que parece ser un drone. Tras el derribo del artefacto, regresa la luz, que se había ido justo durante una cirugía en un centro médico.
El vergonzoso dibujo animado forma parte de la amplia campaña de manipulación, adoctrinamiento y desinformación impulsada por la dictadura venezolana a través de la propaganda política.
Como en toda propaganda política, el “líder” termina como el gran vencedor y el único que logra resolver los problemas de la población.
Guillermo Zubillaga, coordinador para Venezuela de la Sociedad de las Américas-Consejo de las Américas, explicó a The Telegraph que esta iniciativa del régimen se trata de una sofisticada pieza de propaganda.
“Es un mensaje orwelliano, repetitivo y directo de que no importa lo que hagas, nosotros [la dictadura] no vamos a ir a ninguna parte (…) Eso tiene un impacto en la población, que a estas alturas no tiene muchas más opciones que escuchar la radio o ver la televisión que pertenece o está controlada por el régimen”, manifestó.
“Los dibujos animados son un medio clásico de propaganda para los regímenes autoritarios”, dijo David Smilde, un sociólogo de la Universidad de Tulane que se centra en Venezuela, a The Washington Post.
“En el contexto de un proyecto autoritario más exitoso, este tipo de propaganda podría ser preocupante (…) Pero las encuestas sugieren que la gran mayoría de la población culpa a Maduro de la emergencia humanitaria que están viviendo y no creen en sus teorías conspirativas”, añadió el especialista.
También en diálogo con el periódico norteamericano, la socióloga Anaís López sostuvo que la caricatura sugiere una necesidad de “adular y exaltar” a Maduro: “Se trata de posicionar la narrativa chavista de que todo lo que sucede es producto de una conspiración entre un grupo de líderes opositores muy específicos y la Casa Blanca, en un formato menos pesado que sus discursos, que cada vez menos gente quiere escuchar”.
“El gobierno sabe que necesita promocionarse en todos los formatos posibles”, agregó.
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