La superioridad de las fuerzas rusas es clara, pero la disposición luchadora de los ucranios y la complejidad del combate urbano dificultan su avance
Andrea Rizzi | Nacho Catalán | El País
Ucrania amaneció el pasado jueves bombardeada e invadida por una de las Fuerzas Armadas más poderosas del mundo. Rusia dispone de unos 900.000 efectivos militares, el mayor arsenal nuclear del mundo junto al de Estados Unidos, el quinto mayor gasto en Defensa a escala global en 2021 y una considerable experiencia de combate acumulada en múltiples operaciones a lo largo de las últimas dos décadas. Las fuerzas ucranias que se oponen a ese Goliat cuentan con un presupuesto anual que no llega a la décima parte del ruso, sufren una situación de inferioridad en todos los dominios —terrestre, aéreo, naval y ciber— y una experiencia de combate limitada a escenarios diferentes del actual.
Vladímir Putin ha impulsado con determinación la modernización de las fuerzas armadas rusas durante sus dos décadas de liderazgo. Tras el colapso de los noventa, con una falta de fondos que perjudicó a todo el espectro militar con la relativa excepción del arsenal nuclear, en lo que va de siglo el progreso ha sido considerable, especialmente desde 2008. El Ministerio de Defensa ruso sostiene que se ha cumplido el objetivo del plan 2011-2020 de tener un 70% del armamento y equipamiento con tecnología moderna. También se ha avanzado en la profesionalización de los efectivos, con una mayor cuota de contratados y menor de conscriptos (un 30%).
“Después de la guerra de Georgia, Rusia entendió que era necesaria una compleja modernización”, comenta Pavel Luzin, experto en Defensa de Rusia. “Ganó esa guerra, pero el coste fue relativamente alto; hubo pérdidas, problemas con el sistema de comando y control sistemas de reconocimiento y navegación. Las campañas en Ucrania en 2014 y en Siria pusieron a prueba esa modernización y dieron nuevas pistas. Ahora las fuerzas armadas rusas están mucho mejor que antes, resolvieron los principales problemas en armas convencionales, aunque siguen teniendo problemas con sistemas de control y mando avanzados, armas de alta precisión, y de motivación y pensamiento independiente entre los oficiales”.
Ucrania, por su parte, también ha procedido a una consistente modernización de sus fuerzas desde la agresión sufrida en 2014. Ha recibido entrenamiento y apoyo de países occidentales, incluido armamento, aunque no de gran calado, como misiles antitanque Javelin. También ha adquirido drones armados turcos que se demostraron muy eficaces en el último conflicto en el Nagorno Karabaj. Kiev cuenta con una fuerte voluntad de luchar de sus soldados y con lo que parece ser un sentimiento de disposición a la resistencia en buena parte de la población, lo que podría revelarse en el futuro un factor muy importante.
Se trata, sin duda, de una lucha profundamente desigual, pero ello no significa que la ofensiva militar rusa vaya a ser una operación fácil, como están demostrando las primeras jornadas. A continuación, algunos de los elementos clave de la contienda bélica.
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