Cuando Putin volvió a hablar por teléfono con Macron, le repitió que solo «la desmilitarización» de Ucrania le haría detenerse. La Inteligencia occidental avisa: podemos estar entrando en una fase más violenta.
El quinto día de la guerra de Ucrania, el frente clave se libró en los mercados y lo perdió Vladímir Putin. El contraataque financiero de Occidente amenaza con noquear a la derrengada economía rusa tras la batería de sanciones anunciadas el domingo. Pero el lunes, cuando Putin volvió a hablar por teléfono con el francés Emmanuel Macron, le repitió que solo “la desmilitarización y desnazificación” de Ucrania —estatus neutral y el presidente Volodímir Zelenski fuera del poder— le harían detener su ofensiva. Los servicios de Inteligencia occidentales advierten de que podemos estar entrando en una fase más cruda y violenta de la guerra.
El lunes, negociadores rusos y ucranianos se reunieron —sin precondiciones, como quería Kiev— en la frontera de Bielorrusia, territorio seguro para los rusos. El encuentro ha terminado con el único compromiso de volver a verse las caras pronto. Pero este atisbo de diplomacia no ha detenido el combate en los varios frentes militares que tiene abiertos Rusia en el país vecino.
“Las negociaciones justas suelen suceder cuando una de las partes no está golpeando a la otra con fuego de artillería en el mismo momento de las negociaciones”, dijo Zelenski, quien ha propuesto a Occidente declarar una zona de exclusión aérea sobre su país para evitar los bombardeos rusos. Estados Unidos ha descartado de momento esta medida, ya que requeriría un despliegue de tropas estadounidenses, algo que Biden ha negado repetidas veces y que significaría “potencialmente una guerra con Rusia, algo de lo que no estamos planeando ser parte», ha declarado la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.
La última ofensiva se concentró en Járkov. La segunda mayor ciudad ucraniana, a unos 35 kilómetros de la frontera rusa, fue acosada el lunes con constante fuego de artillería pesada. Las imágenes desde el terreno muestran cadáveres en las calles, además de ataques dirigidos contra edificios residenciales. “Decenas de civiles están muriendo”, denunció el gobernador regional, Oleh Sinegubov, sobre el ataque.
En Kiev, la jornada fue más tranquila que en días anteriores. Pero la resistencia se prepara para enfrentar una nueva embestida, con un convoy militar ruso de hasta 60 kilómetros de longitud apostado a escasos 30 kilómetros de la capital. La fila de vehículos es tan larga que las imágenes de satélites son incapaces de captarlo entero, según el New York Times. Mientras, en el suroeste de Ucrania, el Ejército ruso asegura haber rodeado el enclave portuario de Mariúpol con el objetivo de unir la península de Crimea con las zonas controladas por los prorrusos en el Donbás, dominando por completo la retaguardia ucraniana.
“[El primer ministro británico, Boris Johnson] dijo que la Inteligencia más reciente sugiere que los avances de Putin han sido ralentizados por problemas logísticos y los heroicos esfuerzos de los militares ucranianos, que están infligiendo bajas significativas a las tropas rusas”, informó Downing Street en un comunicado.
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