A muchos ha sorprendido la cantidad de artistas internacionales que han hecho y anuncian presentaciones en vivo en Venezuela. ¿Cuál es el secreto? El dólar que todo lo puede.
Ovaciones y coros a voz en grito se escuchan en el estacionamiento de un centro comercial de Caracas: Morat, Il Divo, Alejandro Fernández… Artistas internacionales que vuelven a las tarimas de Venezuela favorecidos por una dolarización de facto.
Miles bailan, saltan y cantan eufóricos temas en vivo, algo que estuvo en pausa durante años como resultado de la compleja crisis económica que se recrudeció en 2016 y que parecía no tocar fondo.
La estrepitosa caída de la actividad económica arrasó casi por completo la industria del entretenimiento en el país, que hoy, tras más de cinco años y un relajamiento de controles en el sistema cambiario, busca resurgir.
Las vallas publicitarias de Caracas ahora lucen promociones de obras de teatro y conciertos, que muy rápido agotan entradas y muchas veces llevan a nuevas funciones para satisfacer la demanda.
«El tema de volver a producir en Venezuela lo da la moneda, Venezuela se dolarizó por debajo de la mesa y el gobierno tuvo que aceptar la dolarización», comenta a la AFP Fredérick Meléndez, de la productora AGTE Live, que trajo, entre otros, a la banda colombiana Morat.
Antes, había que «cobrar en bolívares y salir al mercado negro a cambiar» porque era difícil acceder al sistema oficial, añade Meléndez.
A mediados del año pasado el país comenzó a sentir el rebote del 6% de la economía, tras desplomarse 80% en los últimos años. Los efectos son pequeños, pero notables, y las consultoras estiman que continuará el crecimiento.
Y la dolarización del salario permite a muchos pagar boletos que se cuestan por lo general entre 30 y 500 dólares.
El salario mínimo promedio en el sector privado ronda los 150 dólares, pagado generalmente en divisas, mientras que en el sector público quedó fijado en marzo en unos 25, al cambio actual, tras un aumento de 1.700% decretado por el gobierno.
«Tema ético»
Venezuela, que llegó exportar cantantes y marcó pauta en el desarrollo de espectáculos, no recibía artistas internacionales desde 2016 y algunos de ellos recibieron duras críticas por presentarse en medio de la crisis económica y la compleja situación política.
El colombiano Maluma, por ejemplo, fue condenado ese año por cantar en un evento gratuito patrocinado por el gobierno del presidente Nicolás Maduro.
«Los artistas internacionales veían eso y era como ‘¿cómo vamos a ir a rumbear en medio de una crisis?’, y nadie quiso venir», señala el productor. «Al final se empezaron a negar a la posibilidad de ir a Venezuela por un tema como ético».
Entre 2016 y 2020, Venezuela se vio inmersa en una escasez generalizada, entre alimentos, medicinas y combustible, mezclada con protestas antigubernamentales y tensiones políticas, y después las restricciones por la pandemia de covid-19.
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