Alberto Fernández aterrizó en Munich para participar del Grupo de los 7 (G7), un foro global que reúne a los países más poderosos de Occidente. El jefe de Estado llega a Alemania en medio de una crisis económica y social, que se agrava por sus profundas diferencias políticas con Cristina Fernández de Kirchner.
Munich es una ciudad germana con pasado trágico –el apaciguamiento en favor de Hitler en 1938 y la matanza de atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de 1972-, y durante 48 horas será escenario de un debate geopolítico que busca diseñar un nuevo orden mundial como consecuencia de la guerra ilegal de Rusia contra Ucrania.
Alberto Fernández concurre al G7 como invitado especial en nombre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), y su objetivo diplomático es alertar sobre las consecuencias del conflicto en el Sur y ofrecer la capacidad productiva de América Latina en alimentos y gas para satisfacer las demandas crecientes de Europa.
Una temperatura implacable recibió al Presidente en Munich que se encuentra bajo estrictas condiciones de seguridad. Durante el G20 de Hamburgo, militantes verdes complicaron el foro global que organizó Ángela Merkel. Y ahora su sucesor político, Olaf Scholz, no quiere repetir la experiencia en el G7 convocado en los Alpes de Bavaria.
El jefe de Estado desembarcó en Alemania acompañado por el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, Santiago Cafiero (canciller), Gabriela Cerruti (portavoz presidencial), Vilma Ibarra (secretaria Legal y Técnica), Julio Vitobello (secretario General de la Presidencia) y Gustavo Beliz (secretario de Asuntos Estratégicos).
El formato diseñado por Scholz, organizador del cónclave global en Alemania, se basa en tres encuentros con temarios distintos. Habrá un debate vinculado a la seguridad global, a los alimentos y la energía, y una mesa redonda con agenda abierta.
El Presidente participará de las tres instancias, y su discursos y opiniones reflejarán su posición simultánea de jefe de Estado de la Argentina y de titular de la (CELAC). Será un trabajo argumental complejo, ya que los intereses nacionales no siempre coinciden con las pretensiones de países de la región que buscan otros objetivos a través de la política exterior.
Alberto Fernández y su comitiva se alojaran en el Bayerischer Hof, un hotel con pasado propio que se levanta en el casco histórico de Munich. Allí, a las 18.00 (13 PM de la Argentina), el presidente recibirá a Narendra Modi, primer ministro de la India.
Este país asiático con 1.380 millones de habitantes busca proveedores para preservar su seguridad alimentaria, y Alberto Fernández intentará profundizar los acuerdos comerciales sobre harina de soja y otros productos con valor agregado que el canciller Cafiero ya cerró en un reciente viaje a Nueva Delhi.
Al comienzo de la noche en Munich, muy cerca del salón donde Hitler le prometió la paz perpetua a Chamberlain, el jefe de Estado será recibido por Markus Soder, Ministro Presidente de Baviera. Se trata del Teatro Cuvilliés, un clásico escenario alemán.
En esta ceremonia oficial, Alberto Fernández firmará el libro de honor, se sentará en primera fila para ver un corto acto de la opera local, posará para la foto de familia de los países y organismos internacionales invitados al G7 y cenará con opulencia germana junto a Herr Soder.
Cerca de la medianoche, el Presidente regresará al hotel Bayerischer Hof y se encerrará con Cafiero y Beliz para repasar sus intervenciones en el cónclave del G7 que iniciará mañana en el imponente castillo Elmau.
El jefe de Estado apalancará sus dos discursos formales de cuatro minutos en los argumentos planteados durante la Cumbre de las Américas organizada por Joseph Biden y en la Cumbre de los BRICS convocada por Xi Jinping.
Esos argumentos presidenciales apuntan a señalar que el conflicto en Ucrania causa hambruna, incrementa los precios de los alimentos, sube los valores de los hidrocarburos, afecta el comercio exterior, multiplica las olas de exilados que escapan del campo de batalla y promueve un vacío de poder global con final abierto.
Frente al anfitrión Scholz, Biden, Emmanuel Macron (presidente de Francia), Mario Draghi (premier italiano) y Justin Trudeau (primer ministro de Canadá), entre otros líderes de Occidente, Alberto Fernández también insistirá en dos aspectos claves de su agenda diplomática:
1. América Latina puede proveer alimentos y gas a toda la Unión Europea (UE), pero necesita inversiones directas para multiplicar la capacidad productiva del campo y Vaca Muerta.
2. Es indispensable abrir un espacio de diálogo de paz multilateral para que cesen las hostilidades en Ucrania. Y en este contexto, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) podría tener un rol protagónico junto a Estados Unidos y la UE.
Biden, Scholz y Macron coinciden con las propuestas de Alberto Fernández. Conversaron con él a solas y conocen sus intenciones de lograr una integración vertical en todo el continente americano para después asociarse con Europa. Esta asociación implicaría una nueva cadena de valor a nivel global, que a su vez significaría haber establecido las bases de un nuevo orden mundial.
Pero los líderes de Estados Unidos, Alemania y Francia saben qué sucede en la política doméstica de la Argentina y se moverán con muchísima cautela antes de firmar un simple carta de intención con el Estado nacional.
No es habitual en Washington, Berlín y París que aterrice un avión venezolano-iraní tripulado por un piloto entrenado por las Fuerzas Quds de Irán que colaboran con el grupo terrorista Hezbollah en sus operaciones contra Israel.
Tampoco es un hecho corriente que la vicepresidente de Estados Unidos, o los ministros de Relaciones Exteriores de Alemania y Francia, cuestionen al Presidente por su política económica y exijan en público un cambio de gabinete.
Y menos aún que el riesgo país, los bonos soberanos y el tipo de cambio colapsen en una semana, pese a tener un acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Biden, Scholz y Macron escucharán con atención a Alberto Fernández y aplaudirán sus presentaciones en el G7. Sin embargo, los tres jefes de Estado avanzarán con medida parsimonia ante sus propuestas geopolíticas.
No es un tema personal con el Presidente. Conocen la historia de la Argentina. Y se tomarán su tiempo para discernir si lo que planteó Alberto Fernández puede transformarse en realidad.
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