La primera llamada al número de emergencias de la policía local de Seúl se hizo a las 18:34, varias horas antes de la estampida en el callejón de Itaewon que dejó 156 muertos. “Hay mucha gente subiendo y bajando por este callejón, estoy muy nerviosa. Creo que la gente podría ser aplastada. Apenas escapé, pero hay demasiada gente. Creo que debéis de intervenir”. Esta tan solo es la transcripción de la primera de 11 llamadas que se registraron antes de la tragedia.
Por: El Mundo
Otra llamada entró a las 20:09 horas: “Hay tanta gente aquí… Es una locura”. A las 21:00: “Hay demasiada gente. En cualquier momento va a ocurrir un gran accidente. Todo el mundo está siendo empujado. Tienen que venir a controlar a esta multitud”. A las 21:51: “Hay mucha gente, creo que debería haber control de multitudes. Si es posible, ¿podrían darse prisa? Es una situación muy peligrosa”. A las 22:11: “Aquí estamos a punto de ser aplastados. Es un caos. Es en Itaewon, en el callejón de atrás”.
A esa misma hora, entra la última llamada antes de que comience la avalancha en la pendiente de un estrecho callejón de 45 metros de largo y cuatro de ancho, que conecta la salida 1 de la estación de Itaewon con World Food Street, una animada calle peatonal llena de populares pubs y discotecas en el centro de Seúl, justo detrás del Hotel Hamilton. “Por favor, vengan rápido. Parece que la gente puede ser aplastada aquí en cualquier momento”.
Cuatro minutos después, decenas de personas comenzaron a morir asfixiadas entre la masa que trataba de salir a empujones del embudo formado. Además de las llamadas que entraron a la policía local, en las que se pedía intervenir y controlar a la multitud, el teléfono del centro de emergencias del 112 recibió otras 79 llamadas entre las 18:00 y las 22:00 por otros incidentes que había habido en la misma zona.
El personal de emergencia no logró entrar al callejón hasta pasadas las 23:00. Había tanta gente celebrando Halloween en la noche del 29 de octubre que las ambulancias, bomberos y la policía no consiguieron abrirse paso a tiempo. Fueron los propios testigos de la estampida y los supervivientes los que sacaban en brazos a las víctimas y hacían reanimaciones cardiopulmonares en las aceras.
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