Sin pretenderlo, pero sin dudarlo, la ONG española Samu se ha convertido en una de las organizaciones más potentes de ayuda de emergencia a los migrantes latinoamericanos, entre ellos venezolanos, que llegan a Estados Unidos y que son transportados a bordo de autobuses por decisión de los gobernadores del sur.
Samu, fundada en Sevilla hace casi cuatro décadas y que –entre otros servicios- ofrece asistencia internacional en emergencias, comenzó a operar en Estados Unidos en 2017 para captar donaciones y ha acabado en el foco de la ayuda a migrantes en Washington, una de las ciudades a las que llegan desde estados fronterizos como Arizona o Texas.
«En abril, cuando comenzaron a llegar los buses, los miembros de nuestro equipo, que era muy pequeño, comenzamos a participar como voluntarios y ahí surgió la necesidad de que hubiera una organización única que brindara los servicios de emergencia inmediata y solicitara fondos gubernamentales para ello», cuenta a EFE en una entrevista Tatiana Laborde, coordinadora de la ONG en Estados Unidos.
Para junio, Samu First Response (el nombre de la ONG en Estados unidos) ya tenía el equipo formado y ahora son cerca de 30 las personas que trabajan para atender a los migrantes a los pies del autobús cuando llegan, aturdidos, sin nada en los bolsillos y tras un viaje de penurias recorriendo América.
Desde que estalló la crisis han recibido 124 autobuses, con unas 5.000 personas a bordo. Algunas pudieron descansar o ducharse en el centro donde tiene lugar esta entrevista, en cuyo sótano guardan los kits que les dan al recibirlos: productos de higiene, ropa limpia, snacks para el resto del viaje y algo de comida.
Fichas de un juego político
Los viajes organizados por gobernadores republicanos como Ron DeSantis (Florida), Greg Abbott (Texas) o Doug Ducey (Arizona) para protestar por la política migratoria de Joe Biden han llenado titulares en los últimos meses en este año electoral y, aunque ya no llenan periódicos, no han dejado de producirse tras las elecciones de medio mandato del pasado noviembre, como confirma Laborde.
Cada semana llegan tres o cuatro autobuses cargados de los latinoamericanos que consiguen llegar a Estados Unidos en busca de una vida mejor, tras un viaje de penurias recorriendo el continente y atravesando peligros que van desde la selva del Darién hasta las mafias dominantes en países como México.
Samu es la principal organización que los recibe y los asiste en los primeros días de su nueva vida. «Se les hace un cuestionario para saber de dónde son, a dónde van y si tienen familiares cerca. Una vez se pinta la imagen del bus, comenzamos a ayudarlos con el transporte y si van a Nueva York, por ejemplo, se les compran billetes de autobús», explica Laborde.
A los que deciden quedarse en Washington o sus alrededores se les ofrece cama y comida durante «tres o cuatro días» en el albergue que abrió en junio la ONG en el condado de Montgomery (Maryland), a unos 40 minutos del centro de la ciudad, hasta que son derivados a los programas públicos de asistencia.
La semilla de la ayuda
En sus seis años de existencia en Estados Unidos, el objetivo de Samu ha virado varias veces, en función de la actualidad. Pero hay una semilla inicial por la que la ONG española decidió aterrizar en la capital del país en 2017, la del amor por Washington de Juan González de Escalada, hijo del fundador de la organización y director del área de Emergencias.
«Mi vinculación emocional con Washington es muy fuerte», explica a EFE en una entrevista telefónica. Vivió en la ciudad entre 2000 y 2008, estudiando y trabajando, y aquí conoció el fuerte carácter filantrópico de la sociedad estadounidense.
«Nuestra ONG viene haciendo acción humanitaria (hace) 30 años y vimos que había una oportunidad de apelar al donante americano, conociendo el espíritu filantrópico que existe en el país, que poco a poco está despertando en España, pero que todavía está a años luz», añade.
Un paso más allá
Un año después de aterrizar en la capital estadounidense con esta idea, las imágenes de miles de menores cruzando la frontera hicieron que quisieran dar un paso más allá y abrir en el país su segundo proyecto permanente fuera de España (cuentan con una base de ambulancias en Marruecos), un centro de menores no acompañados.
«Después de tanto tiempo atendiendo a menores en España, viendo en las noticias se nos encogió el corazón y por eso tuvimos la idea de abrir un centro en Washington implementando el modelo que se aplica en España», detalla.
Pero este proyecto quedó interrumpido por las circunstancias y por el momento está pospuesto, con la ayuda de Samu centrada en atender a los migrantes que llegan en autobuses a una ciudad que González de Escalada conoce bien.
«Nunca imaginé que la organización que creó mi padre acabaría ayudando a gente que viene de Venezuela o de Colombia, que vienen tras pasar tantas penurias, y somos la primera mano amiga que les da una cena caliente, que les permite ducharse o cambiarse de ropa», sentencia. EFE
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