Migrantes venezolanos que aguardan una oportunidad en México para cruzar a Estados Unidos dieron la espalda a la frontera por algunas horas para mirar la final de la Copa del Mundo: “Por lo menos una alegría entre tanta tristeza”.
AFP
Con el termómetro marcando 0ºC, los venezolanos padecieron la agonía de las idas y venidas del intenso partido entre Argentina y Francia en Catar 2022 alrededor de una televisión en un autolavado en Ciudad Juárez, a pocos metros de distancia del muro fronterizo de Estados Unidos.
“Estoy más feliz que nadie”, dijo Jován Vanega, después de ver a Lionel Messi besar la copa. “Creo que más que si hubiese cruzado la frontera”, agregó sonriendo Vanega, quien buscó una conexión emocional con el capitán argentino: “sabía que lo iba lograr, como sé que yo lo voy a lograr. Hay que tener fe”.
Vanega, de 29 años, llegó a México a finales de octubre, poco después de que Estados Unidos incluyese a los venezolanos en una cuestionada medida sanitaria que restringe el acceso a través de su frontera sur terrestre.
“Cuando supe [que no podría presentarse para pedir asilo en la frontera] fue muy triste, había pasado mucho en el trayecto para llegar”, cuenta Vanega que en su camino cruzó la selva panameña del Darién junto a su hermana y un amigo.
Los tres decidieron continuar hasta la fronteriza Ciudad Juárez. “Siempre mantuve la esperanza de que tendría una oportunidad. En Venezuela no hay nada que hacer”, dijo Vanega mirando hacia el muro fronterizo y el Río Grande que separa a ambos países.
El joven comenzó a trabajar en un autolavado frente a la frontera entre ambos países, en donde la propietaria le dejó improvisar una pequeña carpa cubierta por cobijas que comparte con su amigo y su hermana.
La dueña del autolavado les colocó una televisión en el frente para que las decenas de venezolanos que aguardan en México una oportunidad para pedir asilo en Estados Unidos pudieran ver los juegos de la Copa del Mundo.
Aunque Venezuela es muy competitiva en el béisbol, el fútbol es popular en este país cuya selección ‘Vinotinto’ nunca logró clasificar para la Copa del Mundo, algo que no minimiza la pasión de los venezolanos para apoyar otros países.
“El Mundial de Messi”
Este domingo, los migrantes siguieron en tensión los goles argentinos y el remonte francés. Pero cuando Gonzalo Montiel anotó el último penal para la albiceleste, los venezolanos explotaron en emoción. “¡Suramérica! ¡Suramérica!”, coreaban sin parar.
“Siempre seguí a Argentina, era fiel creyente de que éste era el Mundial de Messi”, dijo Vanega.
Por eso, cuando Adidas, Canadá y Chupapi – los tres perros del autolavado – derrumbaron la televisión, Vanega no lo pensó dos veces: compró otro aparato en una casa de empeños. La pantalla le costó 2.000 pesos (USD 100), equivalente a una semana de trabajo.
“Fue un esfuerzo pero valió la pena. Todos pudimos distraernos un poco en medio de tanto sufrimiento. La emoción del fútbol es única, necesitábamos esta alegría”.
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