En 2022 Yulimar Rojas ha sido para World Athletics, la Federación Internacional, la segunda mejor atleta del año. Solo cedió el cetro a Sydney McLaughlin, una de las novias de América y del mundo. Los atletas punteros se dividen entre quienes logran un alto porcentaje de victorias y quienes son prácticamente invencibles. Yulimar Rojas, venezolana de 27 años, nacida en cuna humilde en una familia de seis hermanos, pertenece a esta segunda categoría y en la modalidad de triple salto.
Es una mujer diseñada y construida por la Naturaleza para saltar. La mayor parte de su figura de 1,92 la ocupan unas interminables piernas que lo mismo podrían valer para impulsarla hacia arriba que hacia adelante. Ha sido hacia adelante y por partida triple, para sacar el máximo partido a unas capacidades físicas que piden a gritos mudos un aprovechamiento ilimitado.
La rapidez, por ejemplo. A pesar de su estatura y de una contextura muscular mucho más longilínea que apiñada, con 17 años bajaba de los 12 segundos en los 100 metros. En una duplicidad poco frecuente y todavía experimental, empezó a compartir la altura con la longitud. El triple salto, la idea de sacar partido a su zancada en el hop, el step y el jump, los tres envites, se presentaba también como una opción a considerar.
En 2013 abandonó la altura, al tiempo que, en el Mundial Júnior de Eugene, compaginaba la longitud y el triple con resultados discretos: decimoprimera en longitud (5,21) y decimoséptima en triple (12,99). Pero la decisión estaba tomada y las enormes posibilidades de Yuli no admitían dudas. En todo caso, plazos. Se intuían, se palpaban tras cada entrenamiento. Allí había un diamante de máximos quilates al que había que pulir, y mucho, técnicamente.
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