El gobierno de Chile confirmó este jueves que el régimen de Nicolás Maduro enviará el primer avión para repatriar a los venezolanos que desde hace dos semanas permanecen varados en la frontera con Perú.
La aeronave arribará territorio chileno en la madrugada del domingo 7 de mayo, específicamente en la ciudad de Arica, a unos 2.000 km al norte de Santiago.
«Quiero confirmar la llegada de un avión venezolano al aeropuerto de Arica para recoger a un grupo bastante importante de migrantes que están justamente varados en la frontera», dijo el canciller chileno, Alberto van Klaveren, a periodistas este jueves en Santiago.
Según AFP, el operativo se realizará con una aerolínea privada, y no con la estatal venezolana Conviasa.
«Es un primer vuelo, esperamos que próximamente puedan haber más vuelos, pero eso es algo que tendremos que conversar con nuestra contraparte venezolana», agregó el canciller chileno, que subrayó también «la buena disposición del gobierno venezolano para buscar soluciones al problema de los migrantes que están en la frontera norte».
– «Mi destino es otro» –
En el paso fronterizo de Chacalluta el anuncio de la llegada del avión fue recibido con escepticismo entre venezolanos. Muchos de ellos no quieren regresar a su país, sino emigrar a otro destino. También hay colombianos y haitianos, para quienes todavía no hay solución.
«Hablan de un vuelo humanitario hacia Venezuela, pero a mí no me sirve un vuelo humanitario porque yo voy hasta Estados Unidos. Ir a Venezuela implica que me puedan dañar los documentos; me pueden cercenar mis derechos, porque cuando uno llega allá uno es un traidor a la patria», relata en la frontera la venezolana Marisol Ramírez, de 50 años, quien trabajaba como conserje en Santiago.
«Mi destino es otro, no puedo ir obligada a estar allá a morirme de hambre en Venezuela. Estoy afuera de mi país justamente para eso, para ayudar a mi familia y salir adelante», dice a la AFP.
Pero también hay quienes se cansaron de no obtener papeles para poder trabajar de manera legal en Chile y quieren volver a Venezuela, especialmente para reencontrarse con sus familias.
«Nunca he estado preso en mi país y aquí, ¿voy a estar preso por trabajar o simplemente porque uno no tiene papeles? No es lógico. Entonces, decidí irme a Venezuela», asegura Edumar Briceño, de 50 años, quien hace dos que no ve a su esposa ni a su hija que se quedaron en Venezuela.
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