La oposición turca denunció este domingo varias irregularidades durante la segunda y decisiva vuelta de las elecciones presidenciales, incluyendo agresiones físicas contra observadores electorales en el sureste de Turquía.
La oposición turca denunció este domingo varias irregularidades durante la segunda y decisiva vuelta de las elecciones presidenciales, incluyendo agresiones físicas contra observadores electorales en el sureste de Turquía.
El partido socialdemócrata CHP, el partido del candidato opositor Kemal Kiliçdaroglu, habló hoy de numerosos caso de votos a nombre de personas que no estaban presentes en las papeletas, el registro de personas fallecidas como electores y la entrega de papeletas de voto pre-selladas.
El vicepresidente del grupo parlamentario del CHP, Ozgür Ozel, declaró que un exdiputado de Estambul y varios observadores de urnas del partido fueron golpeados en Sanliurfa por denunciar las irregularidades.
Según dijo Özel en Twitter, el incidente tuvo lugar en el pueblo de Karaali, en Sanliurfa, donde hubo un número insuficiente de gendarmes desplegados.
Una de las observadoras agredidas declaró a Halk TV que le intentaron linchar en el pueblo, donde “en muchos lugares se amenaza y golpea a la gente que se opone a las irregularidades”.
Ahmet Davutoglu, ex primer ministro del gobernante partido AKP y ahora opositor, también protestó por las palizas. En un mensaje en redes sociales aseguró que está recibiendo informaciones sobre votaciones de personas que no están incluidas en los registros.
En elecciones de hoy se enfrentan el presidente actual, el islamista Recdep Tayyip Erdogan, y el opositor socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu.
Erdogan parte como gran favorito, ya que en la primera vuelta, hace dos semanas, obtuvo un 49,5 % de los votos, casi cinco puntos más que su rival.
Los colegios electorales cierran a las 17.00 hora local (14.00 GMT) y para las siguientes horas se esperan los resultados oficiales de la votación.
Erdogan, al frente del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamoconservador) votó a mediodía en un barrio conservador de Estambul.
“Ningún país del mundo tiene una tasa de participación del 90% y Turquía casi la ha alcanzado. Hago un llamado a mis conciudadanos para que acudan a votar sin vacilar”, declaró el dirigente, de 69 años, que parte con una clara ventaja en esta inédita segunda vuelta.
El candidato opositor, al frente de una coalición de seis partidos, votó por su parte en Ankara, la capital del país, donde invitó a sus seguidores a permanecer cerca de las urnas tras el cierre de los colegios electores para vigilar el recuento. “Para traer una verdadera democracia y la libertad a este país y deshacernos de un gobierno autoritario, invito a todos los ciudadanos a votar”, dijo Kiliçdaroglu, de 74 años.
Los comicios en Turquía, de 85 millones de habitantes y miembro de la OTAN, son observados de cerca tanto por las potencias occidentales como por los países de Oriente Medio debido a su papel geopolítico clave.
Dos visiones de país
Dos visiones del país se enfrentan en estas elecciones: Por un lado, Kiliçdaroglu promete restaurar la democracia, la independencia de la justicia y de la prensa. Por el otro, el presidente Erdogan encarna la promesa de estabilidad, a pesar de que su consolidación en el poder rivaliza con la de los sultanes otomanos.
La ventaja de Erdogan en la primera vuelta se consiguió a pesar de la importante inflación que golpea el país -superó el 85% en otoño- y el devastador terremoto que azotó la nación hace tres meses.
El socialdemócrata Kiliçdaroglu no logró aprovechar la crisis económica que está haciendo mella en los hogares y los jóvenes turcos.
Lidera una coalición de partidos que abarca desde la derecha nacionalista hasta el centro-izquierda liberal y que recibió el respaldo del partido prokurdo HDP.
Tras la primera vuelta, Kiliçdaroglu apareció más ofensivo y menos sonriente que al inicio de su campaña.
Al carecer de acceso a los principales medios de comunicación, batalló en Twitter mientras sus partidarios trataban de movilizar a los votantes yendo de puerta en puerta.
En juego estaban 8,3 millones de electores que no votaron hace dos semanas, pese a una cifra de participación del 87%.
Con información de EFE y AFP
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