Rusia podría «teóricamente» usar armas nucleares si hubiera una amenaza a su integridad territorial o su existencia, pero según el presidente ruso no es necesario. «Tenemos más armas de este tipo [nucleares] que los países de la OTAN. Ellos lo saben y nos están instando a iniciar conversaciones sobre reducción [de arsenales]. Que se jodan, como dice la gente», proclamó entre aplausos Putin, que calificó las armas nucleares como una «ventaja competitiva» de Rusia.
Por EL MUNDO
El presidente ruso anunció que su país ya ha entregado el primer lote de cargas nucleares a Bielorrusia, parte de un armamento que planea colocar en el territorio del país vecino.
Putin puntualizó que para Rusia el uso de armas nucleares es teóricamente posible sólo en caso de una amenaza a la existencia del estado. Ahora mismo no existe tal amenaza, dijo Putin. El líder ruso intervino en la sesión plenaria del Foro Económico Internacional de San Petersburgo. Allí habló sobre la respuesta de Washington, y ha aventurado que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, es un político con experiencia, y que haga lo que considere apropiado.
«Se han creado armas nucleares para garantizar nuestra seguridad en el sentido más amplio de la palabra y la existencia del Estado ruso», insistió Putin.
«ZELENSKI NO ES JUDÍO»
Jaleado por un auditorio cómplice, Putin se mostró especialmente despreciativo con el presidente ucraniano y sus orígenes. Aseguró que tiene «muchos amigos judíos» que hablan sobre el presidente de Ucrania y dicen que «[Volodimir] Zelenski no es judío, sino que es una vergüenza para el pueblo judío».
Ésa fue la respuesta Putin al politólogo estadounidense Dimitry Simes (que moderaba la sesión plenaria en la que tomaba parte del presidente de Rusia), cuando le dijo que Occidente no entiende las acusaciones de nazismo contra Ucrania, ya que el presidente Zelenski es judío.
Putin recordó que 1,5 millones de judíos fueron asesinados en el territorio de Ucrania durante el Holocausto. «¿Cómo se puede negar esto?», clamó el presidente de la Federación Rusa, que lanzó en febrero del pasado año una invasión a gran escala de Ucrania que se ha cebado especialmente con la población civil del este rusoparlante del país.
Por si su andanada fuese poco, al público de la sala y a los espectadores de la transmisión en directo se les mostró una selección de fotogramas sobre crímenes cometidos en Ucrania y Polonia durante la Segunda Guerra Mundial. Putin se acordó en la butaca y dijo que esperaba preguntas sobre el nazismo en Ucrania y mientras pedía que se reprodujeran estos vídeos.
MOSCÚ, CONTRA LOS JUDÍOS
Aunque Vladimir Putin apunte a Ucrania, Rusia tiene un historial importante de antisemitismo y ha chocado con las autoridades judías en los últimos meses. El gran rabino de Moscú, Pinchas Goldschmidt, abandonó Rusia en julio del año pasado después de que las autoridades lo presionaran para que apoyara la guerra en Ucrania. Durante años, Vladimir Putin hizo gestos para reconstruir los lazos con los judíos de Rusia, pero ese mismo mes el Ministerio de Justicia de la Federación de Rusia amenazó con el cierre a la oficina de Moscú de la Agencia Judía (que organiza la migración a Israel) después de que el primer ministro israelí, Yair Lapid, condenara la guerra.
Esta agencia ya fue prohibida en la Unión Soviética, donde los judíos afrontaron una discriminación generalizada. Cuando Stalin murió en 1953, estaba preparando una campaña general de represión contra los judíos.
«Rusia ya tomó medidas duras contra los judíos entre 1880 y 1906, cuando alrededor de dos millones de personas abandonaron el imperio ruso rumbo a Estados Unidos; y muchos eran judíos», recuerda Steven Hall, profesor de la Universidad de Bath. Entre 1970 y 1988, alrededor de 291.000 judíos abandonaron la Unión Soviética y en la década de 1990 otros 128.000 se fueron a Alemania, según sus datos.
Hall sostiene que ahora con la guerra el «nuevo éxodo judío ha sido repentino». De los 165.000 judíos que había en Rusia al comienzo de la guerra, sus datos sugieren que 20.500 se fueron en seis meses. Aunque el gobierno ruso no ha lanzado mensajes contra los judíos, muchos han escogido marcharse ante una creciente represión que recuerda a la de la era soviética, cuando los judíos lo pasaron mal por ser vistos como personas con doble lealtad.
Después de que Rusia invadiera Ucrania el 24 de febrero del año pasado, Israel se convirtió en uno de los principales destinos de una ola de emigración de personas que optó por dejar atrás el régimen de Putin. El éxodo que incluyó a muchos trabajadores de la industria tecnológica de Rusia. Unos 16.000 ciudadanos rusos se han registrado como inmigrantes en Israel desde el comienzo de la guerra, más del triple que en todo el año pasado. Otros 34.000 llegaron como turistas.
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