La crisis económica que padece Venezuela no llegó a su fin, por mucho que el discurso oficialista insista en que la recuperación había iniciado por el diminuto crecimiento que se apreció en 2022 a raíz, principalmente, de la actividad comercial. Durante el cierre de 2021 y la mayor parte de 2022 se evidenció un repunte económico, tras ocho años consecutivos de caída, empujado por este sector. El Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio) registró para el cierre del pasado año un crecimiento de la actividad comercial de entre 8% y 22%, según el área de negocio.
Los centros comerciales constituyeron una figura protagónica durante esta etapa debido a que son espacios que congregan grandes tajadas de actividad comercial formal. El 2022 fue un gran año para esta industria, pues el levantamiento de la cuarentena permitió reactivarse por completo y, hasta noviembre pasado, la Cámara Venezolana de Centros Comerciales (Cavececo) reportaba un aumento de ventas en 21% frente al año anterior.
Para 2023 la tendencia se ha mantenido pese a la contracción de la economía. El incremento en ventas contrasta con una caída del consumo que azota a varios sectores del comercio, pero así como un puñado de centros comerciales condensan una actividad exitosa por su capacidad para destacar por encima de la competencia y comprender las nuevas necesidades de los consumidores, muchos otros no han logrado sortear la crisis económica.
Para evaluar este contraste, TalCual realizó un recorrido por centros comerciales de Caracas que han sido afectados por el escaso consumo, y se evidenció una cantidad considerable de locales cerrados y una concurrencia escasa en infraestructuras como Galerías El Paraíso, Concresa, Galerías Ávila, Plaza Las Américas o Victoria Plaza; que contrastan con el éxito de centros comerciales como City Market, los Sambil de Chacao y La Candelaria o El Recreo.
Y es que en 2023 se han exacerbado estas diferencias gracias al rendimiento de la economía. El rendimiento positivo de 2022 hizo que el Banco Central de Venezuela (BCV) levantara momentáneamente su velo para presentar los datos del Producto Interno Bruto (PIB), una cifra que mantienen en las sombras desde 2017. El ente emisor estimó un crecimiento de 17,73% del PIB entre enero y septiembre de 2022, un porcentaje que desató la algarabía de Nicolás Maduro y su cúpula gubernamental.
Sin embargo, la fiesta duraría poco, pues el crecimiento, aunque se mantuvo, empezó a desacelerarse y el último trimestre de 2022 no cumplió con las expectativas. Esta sería la antesala a un 2023 que registró caídas en múltiples áreas. El Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) estimó que la actividad económica en los primeros seis meses del año se contrajo 7% frente al primer semestre del año anterior, advirtiendo una recesión de la economía.
El gremio empresarial, así como analistas y economistas, sostuvieron que mucho de este rendimiento adverso tenía que ver con la caída del consumo. A pesar de que las empresas incrementaran su oferta de bienes y servicios para seguir creciendo, el poder adquisitivo del venezolano no era suficiente para mantenerse a la par. Por esta situación, el comercio experimentó una contracción de entre 32% y 68% frente al año pasado según el sector, de acuerdo con datos de Consecomercio hasta mayo.
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