A pesar de los esfuerzos del régimen chino por enmascarar la situación, el gigante asiático sigue inmerso en una crisis económica y una recesión que ya afecta a los más jóvenes.
Por Infobae
China creció un 5,2% en 2023 -más que la mayoría de las grandes economías-, pero los profesionales que no logran conseguir empleo, los propietarios cuyos inmuebles pierden valor constantemente y los trabajadores que ganan menos que el año anterior no sienten este aumento y, por el contrario, ven que el país se está encogiendo.
“Hemos nacido en la época equivocada. Ya nadie se preocupa por sus sueños y ambiciones en una época de recesión económica. La interminable búsqueda de empleo es una tortura”, lamentó Melody Zhang, una joven licenciada de 24 años que, tras no conseguir trabajo en la industria de los medios de comunicación, se preparaba para rendir un examen e iniciar una carrera en la propaganda estatal.
Las cifras de desempleo de junio de 2023 expusieron que más de uno de cada cuatro chinos entre los 16 y 24 años estaban desempleados, en un país con cerca de 100 millones de habitantes en este rango etario. Esto equivale a que sólo para puestos públicos, unas 2.6 millones de personas se postulan para cubrir 39.600 vacantes: un nuevo récord.
Tras conocerse estos datos, el régimen de Xi Jinping suspendió la publicación del informe. Sin embargo, este miércoles retomó su difusión, aunque ahora sin contemplar a los estudiantes universitarios, lo que le permitió ubicar la tasa en tan sólo el 14,9% el pasado diciembre.
De todas formas, estos números no se condicen con la realidad ni con una Generación Z que, de momento, es la más pesimista en toda la sociedad. Aquellos que encuentran trabajo ganan menos de lo esperado -la firma de contrataciones Zhaopin concluyó que el salario medio en las 38 principales ciudades del país había caído un 1.3% interanual en el cuarto trimestre-, mientras que la crisis de confianza disuade a los consumidores de gastar y hasta a las empresas de contratar e invertir.
“Estamos en recesión. Si hablas con 10 personas, siete te dirán que hemos tenido un mal año” y “no creo que el Gobierno pueda permitírselo, esto no puede durar para siempre”, advirtió Zhu Tian, profesor de economía de la China Europe International Business School de Shanghai que cree que la definición de recesión de dos trimestres consecutivos de contracción económica no puede aplicarse en un país en desarrollo que invierte cada año cerca del 40% de su producción, el doble que Estados Unidos.
Esta situación implica un importante cambio social en China, que desde la década de 1980 se multiplicó por 60 en términos de dólares gracias a las inversiones en manufacturas e infraestructuras pero que, en los últimos años, empezó a generar más deuda que crecimiento. A ello hay que sumarle que, durante todo este tiempo, el país se enfocó en formar a sus estudiantes para empleos altamente cualificados en el rubro de los servicios y no en la construcción o las fábricas, por lo que, ahora, sus oportunidades se ven completamente reducidas.
Un ejemplo de ello es Janice Zhang, de 34 años, que debió renunciar a su trabajo de años en el sector tecnológico a finales de 2022 por una emergencia familiar pero confió en que podría conseguir uno nuevo fácilmente dada su experiencia y su educación en Estados Unidos. Sin embargo, la joven solo consiguió un puesto de marketing en redes sociales en el que debía cumplir turnos de 15 horas, que debió dejar al poco tiempo.
Me siento como “un grano de arena en la playa”, incapaz de controlar mi propio destino, comentaba. “En China, la palabra ‘aspiración’ ha estado impulsando a todo el mundo porque creían que mañana sería el momento. Lo que intento conquistar ahora en mi vida es, en cierto modo, la cura para la decepción que me traerá el mañana”, agregó.
Otra de las aristas clave de la crisis económica china recae sobre el mercado inmobiliario que, según Vincent Li, un vecino de Shanghai, “está saturado”.
Li es propietario de una cafetería de alta gama en esta ciudad y dueño de inmuebles en la turística isla de Hainan, que en los últimos tres años no despertaron el interés de compra o alquiler de nadie. Esto, sumado a que los chinos dejaron de consumir su café en un intento por recortar gastos, lo sacaron de la clase media, aseguró.
Al igual que él, otro tanto de ciudadanos se enfrentan a problemas en este rubro. En China, el 96% de los cerca de 300 millones de hogares urbanos poseían por lo menos un departamento en 2019 mientras un tercio tenía dos y una décima parte, más. Inclusive, se estima que el 70% de los ahorros se invierten en este rubro.
Sin embargo, desde las primeras señales de la caída del mercado en 2021, en muchas zonas los departamentos han perdido dos tercios de su valor. Inclusive, fue tal la caída que el rubro inmobiliario se convirtió en una de las principales amenazas en el país.
“El gran riesgo es que las consecuencias de la disminución de las fuentes de crecimiento antiguas sean demasiado grandes para contenerlas e inhiban nuevas fuentes de crecimiento. Si eso ocurre, China podría quedarse estancada en la transición”, dijo al respecto Yuen Yuen Ang, un catedrático de Economía Política de la Universidad Johns Hopkins.
Por último, no pueden olvidarse -como tercer factor en este escenario- las tensiones diplomáticas con Occidente, que incluyen los reclamos por Taiwán, la guerra en Ucrania y las amenazas sobre el mar de China Meridional, que derivan directamente en la disminución de la inversión extranjera y en restricciones y sanciones -como las de Estados Unidos- que también impiden a las grandes empresas desarrollar allí sus negocios de vanguardia.
“Te sientes como una langosta en una olla. El agua se calienta y tú te quedas ahí sentado”, compararon desde la consultora David Fincher, que al no poder hacer negocios sobre muchos de los más modernos semiconductores, está considerando trasladarse a otro país.
Para romper con esto, concluyó Tian, es fundamental que Beijing tome medidas de estímulo que permitan romper con todos estos “círculos viciosos” que podrían derivar en un mecanismo de retroalimentación que erosione el potencial económico del país a largo plazo.
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