América Latina está experimentando una fuerte transformación en la forma en cómo operan las estructuras de crimen organizado en la región.
Por BBC MUNDO
Así lo advierten diversas organizaciones internacionales y expertos consultados por BBC Mundo.
La composición actual de las bandas criminales, el tipo de negocio que llevan adelante, la amplitud del territorio hasta donde llegan sus tentáculos y el anonimato de muchos de sus líderes son algunos de los factores que están detrás de esa transformación.
Lo anterior aumenta la complejidad a la hora de enfrentar a estas organizaciones delictivas, según diversos analistas, mientras muchos países siguen aplicando soluciones previas a pesar de que las circunstancias no son las mismas.
“Creo que hoy estamos viviendo en América Latina un cambio muy significativo que no habíamos visto desde la caída del cartel de Cali, a mediados de la década de 1990, que causó un gran reacomodo en el mundo criminal”, señala a BBC Mundo Douglas Farah, consultor y analista internacional, que lleva más de tres décadas investigando asuntos relacionados con la seguridad en el continente americano.
“Hoy estamos ante una nueva ola de crimen organizado y es necesario que la entendamos”, agrega.
Farah y otros expertos explican que ciertos episodios han propiciado esta transformación.
Entre ellos, la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en 2016, que provocó la proliferación de nuevos actores que pasaron a controlar las regiones cocaleras del país.
También la pandemia de covid-19 que, según Lucía Dammert -académica de la universidad de Santiago de Chile y experta en criminología-, “inundó a América Latina de cocaína de bajo valor porque era más complejo exportarla”.
“Eso multiplicó las organizaciones criminales”, afirma a BBC Mundo.
A continuación, te presentamos los principales cambios que reflejan la evolución del crimen organizado en la región.
1. Fragmentación de la estructura criminal
Para los expertos consultados por BBC Mundo, una de las particularidades del crimen organizado que hoy golpea a América Latina es que se compone de una infinidad de grupos que operan en alianzas desde distintos países para lograr sus objetivos.
Esta fragmentación del panorama delictivo no era común hace unos diez años atrás.
El fenómeno ha sido alertado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en su Informe Mundial sobre la Cocaína 2023, donde se afirma que hoy existe una “miríada de redes de tráfico”.
Al referirse específicamente a Colombia, el estudio afirma que, si bien el tráfico de cocaína “alguna vez estuvo controlado por unos pocos actores importantes”, “como resultado de la fragmentación del panorama criminal tras la desmovilización de las FARC en 2016, ahora involucra a grupos criminales de todos los tamaños, estructuras y objetivos”.
En conversación con BBC Mundo, Jeremy McDermott, codirector de InSight Crime, una institución que se especializa en investigar el crimen organizado en América, afirma que “ya no hay carteles que controlan todos los vínculos en la cadena de una actividad criminal”.
“Ahora, todos dependen de otros grupos criminalizados”, señala.
Con esto, las líneas de suministro se hacen más eficientes. Y el trabajo de la policía, más difícil.
De hecho, muchas organizaciones -como es el caso del PCC (Primeiro Comando da Capital), de Brasil, o el Tren de Aragua, de Venezuela- han logrado expandir sus tentáculos por la región gracias a esta especie de “subcontratación criminal”.
“Para nosotros, el Tren de Aragua no es un grupo que tiene una jerarquía bien definida, que responde a mandos centralizados. Es una especie de federación o franquicia”, señala McDermott.
Douglas Farah añade que la fragmentación de los grupos delictuales ha sido impulsada, en parte, por el ingreso de nuevos actores internacionales en la escena criminalística latinoamericana.
“Por primera vez estamos viendo la influencia real de las mafias albanesas, de grupos provenientes de Montenegro o la presencia constatable de mafias italianas, como la ‘Ndrangheta”, dice.
De acuerdo con la ONU, estos grupos no pretenden tomar el control del territorio sino más bien “están tratando de hacer que las líneas de suministro se encadenen”.
El ingreso de estas bandas ocurre en momentos en que ha habido un aumento considerable del tráfico de cocaína desde América Latina a Europa, donde, a su vez, se han registrado importantes alzas en el consumo, especialmente en países como Bélgica, Francia y España.
“El precio de la cocaína en Estados Unidos se ha estancado en más o menos 15 o 17 mil dólares por kilo. En Europa, en cambio, sobrepasa los 80 mil dólares por kilo y, en Rusia, los 120 mil. Es decir, hay mercados de mucho más valor que Estados Unidos en este momento para los productores de coca latinoamericanos”, explica Douglas Farah.
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