Después de superar muchas dificultades, con Edmundo González la alternativa democrática tuvo al fin candidato de unidad. No significa que vaya a ganar, ni mucho menos que si pierde Maduro, el castrochavismo entregue el poder. Pero, sin unidad no hay posibilidad de triunfo, es la lección de toda derrota de alguna dictadura, representado, por lo tanto, una condición necesaria pero no suficiente.
Por Infobae
Vienen ahora muchas definiciones, variadas, de todo tipo, como, por ejemplo, si predominará la búsqueda de justicia o la paz social, es decir, si habrá juicios por responsabilidades en derechos humanos o se dará vuelta la hoja o algo intermedio, cuál será la estrategia petrolera, opciones en relaciones exteriores, etc. Esta elección no es igual a otras, desde el momento que si se triunfa se ingresará a un proceso de transición a la democracia donde vendrán otras decisiones, nunca en blanco y negro, sino de muchos colores y algunas muy difíciles. Como dijo el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti: “El secreto de toda transición es combinar la ansiedad del que entra con el temor del que sale”.
Pero antes hay que ganar la elección del 28 de julio, y para ello se requerirá mucha disciplina en la selección de los temas que se estima conducirán al triunfo al igual que constancia en la transmisión de los mensajes.
Habrá temas de importancia movilizadora, otros de carácter interno, otros de importancia para las directivas partidarias, así como algunos de repercusión internacional. Para ganar, mucho se avanza, cuando se logra imponer el o los temas que dominarán el debate público.
Entre los de mayor relevancia, sin duda figurarán aquellos de importancia para la captación de votos, sobre todo, de aquellos electores más difíciles de motivar para que acudan a votar. Y a modo de ejemplo, aquí surge un tema de gran potencialidad para ser de aquellos, como es el caso de los millones de venezolanos que el chavismo ha desparramado en pocas décadas por el mundo, incluyendo aquel porcentaje que en el extranjero acudirá a votar.
Es importante reiterar las dificultades de lo que se enfrenta. En Barbados una vez más, Maduro no cumplió con lo acordado, ninguna sorpresa con la oposición democrática ya que ha sido un hábito a través de los años, pero le mintió con total impunidad a la Casa Blanca de Biden, ya que EEUU ha preferido la estabilidad del mercado petrolero, quizás desilusionante para algunos, pero un factor de realismo para tener en cuenta.
En todo caso, sirve para entender la naturaleza del sistema, es decir, que no basta con derrotarlo en las urnas, por tratarse de un narco régimen de la delincuencia organizada transnacional más que una coalición política, además uno que es totalmente dependiente de La Habana, en lo que es una verdadera novedad, ya que lo habitual es que el país más poderoso se imponga y aquí ocurrió al revés, con el más pobre, en el caso de Cuba.
Por todo ello, junto con el objetivo de la transición a la democracia, es clave que la oposición tenga claro que además de derrotar a Maduro hay que evitar que se mantenga el régimen, ya que si se logra que entregue la conducción del gobierno, podría dejar todo amarrado con leyes que necesitan altos quórums, dificultando cambios en la justicia, los fiscales, el Consejo Nacional Electoral, condicionando nuevas designaciones, como también en el caso de las fuerzas armadas, podría dejar encadenada la posibilidad del cambio a que los nombramientos deban venir de una quina o terna de nombres propuestos internamente, en una especie de autogeneración de los nuevos mandos, etc.
Las nuevas autoridades podrían encontrarse con que tienen el gobierno, pero no el poder, una situación que no es blanco o negro, y donde el régimen ha sido hábil en generar nuevos escenarios para amarrar a los demócratas, en consonancia con el apoyo recibido de la llamada y con razón oposición “funcional”, es decir, solo en el papel.
Pero, incluso para esto hay que ganar primero la elección. Y para ello, un tema donde se puede marcar diferencia y distancia con el régimen es el del exilio venezolano, el mayor que ha conocido América Latina, tan o más grande (puede seguir creciendo si es que el régimen se mantiene en el poder) que el ocasionado por la guerra civil siria, y sin recibir ni remotamente, la cantidad de recursos destinados a los emigrantes de esa nacionalidad, en un mundo, que además tiene la brújula tan extraviada, que presiona más a los países a donde llegan que a quienes ocasionaron esta terrible tragedia humanitaria, es decir, a la dictadura venezolana la que más bien, ha sido liberada de su responsabilidad.
Pero, para abordar este problema con consecuencias terribles para todos, primero hay que ganar la elección. Digamos que, como toda emigración masiva, los países recipientes han recibido migrantes de gran talento y contribución como también el régimen ha logrado internacionalizar a la peligrosa delincuencia conocida como el Tren de Aragua, considerada un peligro para la seguridad en varios países latinoamericanos (Perú, Chile, otros), aún antes que llegara esta delincuencia a Estados Unidos.
Es decir, esta emigración recorrió toda América Latina y el Caribe con fuertes debates en varios países, que giraron desde agradecimientos por el aporte recibido a preocupantes rechazos xenofóbicos, que solo muy recientemente han pasado a ser parte del debate electoral estadounidense.
En todo caso, si lo mencionamos en esta columna, es porque el tema de este exilio tiene la potencialidad para influir en el resultado de la elección, dada su importancia para la inmensa mayoría de las familias venezolanas, incluyendo a aquellos integrantes menos proclives a votar o siquiera informarse sobre la elección. Además, en un proceso electoral con muchos venezolanos desilusionados de tanto fracaso opositor, y que solo han despertado, a partir del fenómeno de masas que representó María Corina Machado recorriendo el país.
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