La tormenta solar más grande en 20 años se está generando por estos días y asombra a los científicos, mientras revoluciona las redes sociales.
Pero, ¿por qué se da este fenómeno en los cielos? ¿Cuál es el origen de las auroras polares? ¿Qué tiene que ver el Sol en todo esto?
Según la NASA, el campo magnético alrededor de la Tierra nos protege de la mayor parte de la energía y las partículas, y ni siquiera nos damos cuenta de ellas.
“Pero el Sol no envía la misma cantidad de energía todo el tiempo. Hay una corriente constante de viento solar y también hay tormentas solares. Durante un tipo de tormenta solar llamada eyección de masa coronal, el Sol arroja una enorme burbuja de gas electrificado que puede viajar a través del espacio a altas velocidades”, explica la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos.
“Cuando una tormenta solar viene hacia nosotros, parte de la energía y pequeñas partículas pueden viajar por las líneas de campo magnético en los polos norte y sur en la atmósfera de la Tierra. Allí, las partículas interactúan con los gases en nuestra atmósfera que genera muestras hermosas de la luz en el cielo. El oxígeno emite luz verde y roja. El nitrógeno brilla intensamente azul y púrpura”, completa.
Por lo general, estas manifestaciones luminosas son más habituales cerca del Círculo Polar Ártico o Antártico, en lugares como Escandinavia, Canadá, Alaska y Rusia en el norte o en toda la Antártida, en el sur. Pero en periodos de intensa actividad solar, como es el que está ocurriendo ahora, las auroras pueden observarse en latitudes más bajas y abarcar muchos más países.
Por eso esta semana se han observado en Argentina, Chile, Nueva Zelanda y Australia en el hemisferio sur. Y en varias regiones de Estados Unidos, Canadá, Europa, Rusia y Japón en el hemisferio norte.
El astrónomo Marcelo Miller Bertolami explicó a Infobae que las tormentas solares generan una emisión de partículas cargadas que son protones y electrones, que viajan hasta distintos planetas y cuando llegan a la Tierra, en particular, se las puede observar en los polos.
“Estas partículas interactúan con los átomos de nuestra atmósfera alta. Y cuando esos átomos se excitan, emiten luz, lo que termina generando las auroras boreales o australes”, sostuvo el experto.
El origen de las tormentas solares
El Sol es la estrella más próxima a la Tierra y se encuentra a una distancia de unos 150 millones de kilómetros. La principal fuente primaria de luz y calor para nuestro planeta es una bola de gas cargada eléctricamente y constituida en un 71% de Hidrógeno, un 27% Helio, y un 2% de otros elementos más pesados.
Debido a que el Sol está constituido por gas y plasma, su rotación cambia con la latitud: un periodo de 24 días en el ecuador y cerca de 36 días en los polos. La diferencia en la velocidad rotacional conjuntamente con el movimiento de los gases altamente ionizados genera sus campos magnéticos. El Sol contiene más del 99% de toda la materia del Sistema Solar y se formó hace 4500 millones de años. Ejerce una fuerte atracción gravitatoria sobre los planetas y los hace girar a su alrededor.
Esta bola de gas y plasma está en permanente actividad. De hecho, tiene ciclos. Nuestro Sol es una enorme bola de gas caliente cargada eléctricamente. Este gas con carga eléctrica se mueve, generando un potente campo magnético. El campo magnético del Sol pasa por un ciclo, denominado el ciclo solar.
“Cada 11 años más o menos, el campo magnético del Sol cambia completamente. Esto significa que los polos norte y sur del Sol cambian de lugar. Luego, demoran unos 11 años en volver de nuevo a la posición inicial. El ciclo solar afecta la actividad de la superficie del Sol, como las manchas solares causadas por los campos magnéticos. A medida que los campos magnéticos cambian, también lo hace la cantidad de actividad en la superficie del Sol”, según describe la NASA.
Una tormenta solar o geomagnética es un fenómeno astronómico que ocurre cuando el Sol emite una gran cantidad de partículas cargadas y radiación electromagnética que viajan por el espacio e interactúan con el campo magnético terrestre y la atmósfera superior de la Tierra.
Según describe la NASA, estas tormentas solares generalmente se originan a partir de eventos en la superficie del Sol, como las eyecciones de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés), erupciones solares y corrientes de viento solar de alta velocidad. Las eyecciones de masa coronal son liberaciones masivas de plasma y campos magnéticos del Sol, mientras que las erupciones solares son explosiones repentinas de energía que liberan radiación electromagnética que cuando llegan a la Tierra, pueden interactuar con el campo magnético terrestre y causar una variedad de efectos visuales, como las auroras, y eléctricos que puede llegar a afectar las redes eléctricas y las comunicaciones.
El licenciado Mariano Ribas, divulgador y coordinador del área de divulgación científica del Planetario de la Ciudad de Buenos Aires, Galileo Galilei es también un experto astrofotógrafo y captó en los últimos días las manchas solares que dieron origen a las auroras polares vistas en los últimos días.
“Tomé una foto de la gran mancha solar que apareció en los últimos días. La misma fue tomada con un pequeño telescopio H-Alpha que permite observar el Sol de otra manera, en longitud de onda del hidrógeno 656 nanómetros, y eso permite ver, por ejemplo, las protuberancias solares. Son esas lenguas o puentes de plasma que se ven en el borde de nuestra estrella, la cromósfera solar y que parecen como arbolitos rojos. También el telescopio permite ver las manchas solares”, indicó Rivas.
Y agregó: “En la imagen tomada pude observar la enorme región activa que se llama mancha R 3664, que es el origen de lo que estamos viendo ahora. Esa mancha solar, que la venimos siguiendo muchos hace más de una semana y que aumentó su tamaño de manera dramática entre el lunes y el jueves, llega a medir 200.000 kilómetros de punta a punta y entre 50 y 70.000 kilómetros de ancho”.
“Esta tormenta solar no se produjo porque sí, sino porque esa, esa enorme zona activa del Sol, justamente dio lugar a seis estallidos por lo menos. Las manchas solares son regiones del Sol de menor temperatura que el resto de la superficie. Por ejemplo, la fotosfera solar está en el orden de los 5600 grados centígrados. Lo que vemos como el disco blanco y las manchas están en el orden de los 4000 grados centígrados. Esa diferencia de temperatura y luminosidad hace que se vean oscuras, pero siguen siendo una superficie gaseosa y muy caliente”, sostuvo el experto observador astronómico y divulgador científico.
Y explicó: “Este fenómeno ocurre porque el Sol tiene un intenso magnetismo interno. Esas líneas de campo magnético atraviesan el cuerpo del astro y afloran en algunos lugares debido a los flujos convectivos de gas que se alteran, se frenan, y se enfrían en una zona más o menos grande, lo que da origen a una mancha solar. Después generan inestabilidades que pueden dar lugar a abruptas liberaciones de energía y masa que se llaman fleurs. Esos fleurs, a su vez, pueden provocar eyecciones de masa coronaria, que son los desprendimientos antes mencionados. Y eso viajando por el espacio, puede o no dirigirse y afectar a la Tierra, como sucede actualmente”.
Ribas precisó que “esas eyecciones de masa coronaria son como desprendimientos de gas que se producen en la alta atmósfera del Sol y en un par de días llegan a la Tierra, impactan contra el campo magnético que las canaliza mayormente hacia los polos”.
“Esas partículas solares interactúan con el oxígeno y con el nitrógeno atmosférico y generan estas luces que son las auroras, mayormente colores rojizos y verdosos, y eso es lo que llamamos una tormenta solar, esta interacción directa explícita entre la actividad solar y el campo magnético de la atmósfera de la Tierra”, remarcó.
Y finalizó: “Son fenómenos luminosos que llamamos auroras. Auroras polares en general, que se pueden ver tanto cerca del Polo Norte como cerca del Polo Sur. Cuando son de semejante intensidad – se está hablando de una tormenta solar de carácter G4 o G5, que es lo más alto que puede haber-, la interacción es tan fuerte que se desparraman hacia latitudes más cercanas a los trópicos. Y es lo que está pasando ahora. Estamos en medio de una tormenta solar de carácter histórico. No es algo dramático ni peligroso para la vida, ni mucho menos, pero sí algo que pasa pocas veces por siglo”.
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